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FIDEL DE PAMPLONA también a los que por una ocupación coral permanecen fuera del coro, por ejemplo, al hebdomadario y a los acólitos que dicen o ayudan la Misa con– ventual o canonical? Formando ésta la parte principal del Breviario, prescribe la liturgia que siga sin intervalo alguno al rezo correspondiente. Para eso, el hebdomada– rio y los acólitos han debido dirigirse con anticipación a la sacristía, en ciertos lugares muy distante, sin asistir a veces ni siquiera al comienzo de la Hora anterior. Ni aquél ni mucho menos éstos son, como el Obispo, el jefe o cabeza del coro, pues el primero es suplido por otro. Juzgamos que también en tales casos cumplen los susodichos con la recitación no sólo pública, sino también con la privada del Oficio, pues también ellos actualizan en sí mismos las dos premisas del axioma Chorus supplet: forman unum quid morale (36) y están materialmente impedidos de recitarlo con el coro (3'7). Y esto lo admitimos aunque el hebdomadario y los acólitos no canten ni siquiera el comienzo de la Hora en cuestión (38), pues la razón formal del Chorus supplet no estriba en la cantidad de Oficio que materialmente se omite y los demás suplen, sino en la imposibilidad en que se encuentra de recitar, sea media, una o varias Horas del Brevia– rio (39). Por eso la aplicación del principio se extiende, ya a la parte de Oficio que se dice antes de la Misa, ya a la que se canta después de ella, sea !J0r- ' que la Liturgia obliga al coro a proseguirlo inmediatamente, como ocurre a los canónigos, sea que por costumbre o por indicación del Superior así se haga, como puede acontecer a los miembros de los Institutos religiosos obli– gados al rezo coral. En tales casos el coro suple la Hora u Horas necesarias para revestirse y quitarse las vestiduras sagradas holgadamente. Hay quienes afirman que el canónigo hebdomadario cumple con el Oficio d~ndo gracias después de la Misa, mientras se dicen Sexta y Nona, pues el Cabildo rlebe continuarlo en seguida y aquél debe ocuparse en la acción de gracias, según lo reco- (&6) Autores antiguos admitlan en términos generales que', aunque no se re<:itase ni oyese lo que el coro rezaba, éste suplia. Véanse, entre otros, SALMANTICENSES: Cursus Theologiae Moralis, vol. IV fMatr!ti, 1710), tractatus 16, c.. l., n. 19; A. DIANA: Resolutiones morales (An– tuerpiae, 1645), pars 2.•, tractatus 12, resolutlo 13; P. DF; ARAGóN: De lustitia et lure (Lugdunl, 1597), q. 83, a. 12, P'- 613; P. SPORER: Theologia Moralis, vol. III (Venetiis, 1755), De Horis canonicis, n. 98. (3,7) La misma opinión admiten E. F. REGATILLO: Instltutiones luris Canonici, vol. I, ed. ll.• (Santancte.r, 1948), n. 563, p, 305, y en "Sal Terrae", 39 (1951), H3; L. BABBINI: L'E'ddomadario e la soddisfazione deU'obligo dt Terza, en "Palestra del 'Clero", 31 (1952), 289 ss. (38) Contra BABBINI: l. c., p. 290 s. (39) Quizás los autores, ha,blando en general, Insisten demasiado en la euantla del Oficio que por servir al coro no se canta. Véanse los citados en la nota 28. Seg·ún antes advertimos, se deben ctisting·ulr bien los adagios Chorus supplet y Parum pro nihilo reputatur. -16-
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