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258 TARSICIO DE AZCONA en la Orden de Santa Clara es muy rica 3 y por fin, su vida religiosa y el abandono de la clausura quedan en la penumbra 4 • Ayudará a esclarecer no poco una existencia tan problemática la documen– tación de los archivos de Simancas, Nacional de la Torre do Tombo, Univer– sidad de Coimbra y Secreto Vaticano 5 • l. Parte primera: Juana, princesa de Castilla -1462-1474- Rebasaría el marco de este Congreso exponer por extenso el tema de Juana, princesa de Castilla. Con todo, no es posible prescindir de una con– cisa síntesis de aquella enmarañada historia 6 • l. Juana era hija de Enrique IV y de Juana de Portugal, hermana del rey Alfonso V; era a su vez sobrina de Alfonso y de Isabel, hermanastros de Enri– que IV. Juana era sucesora y heredera con legitimidad genésica y canónica, por haber nacido en casa de la real pareja, sin duda inmediata de nadie, y de un matrimonio dispensado y bendecido por la Iglesia. Nacida el 28 de febrero de 1462, sólo en septiembre de 1464 aparece la infamia en el manifiesto de quejas y agravios del bando nobiliario. 2. Fue ella, la revolución nobiliaria, la que confundió los hechos y com– plicó la situación, llegando a deponer al rey Enrique IV y a entronizar a su hermanastro el infante Alfonso 7 • 3. Debido a la muerte del infante Alfonso, y antes de volver a la obedien– cia de Enrique IV, la facción nobiliaria obligó al monarca a desheredar a su hija Juana y a reconocer a su hermanastra Isabel como sucesora y heredera, en el acuerdo de Guisando de septiembre de 1468. 4. Enrique IV, contrariado por la boda de Isabel con Fernando de Aragón, respondió con el intento de matrimonio de su hija Juana con el Duque de Gu- 3 Recogieron la documentación TORRE, A. de la - SUAREZ, L., Documentos referentes a las relaciones con Portugal durante el reinado de los Reyes Católicos, Valladolid, 1958-1963-. Para todo el período, con criterio moderno, SERRAO, J. V., História de Portugal. II. Formar;ao do es– tado moderno -1415-1495-, Lisboa, 1978. 4 Buen estudio de SARASOLA, M., Isabel la Católica y el destino de doña Juana la Beltra– neja, Valladolid, 1955. Visión novedosa de RUSPOLI, E., La marca del exilio. La Beltraneja, Car– doso y Godoy , Madrid, 1992, 13-84. 5 Iremos dando las citas a lo largo del estudio. Las del Vaticano las tomamos de la monumen– tal edición Bullarium Franciscanum, IV-1, Romae, 1989. 6 Todas las afirmaciones que hacemos son las conclusiones a las que llegamos en nuestro estu– dio citado sobre Isabel la Católica. Añadiremos alguna cita, caso de existir documentación nueva. 7 Los sucesos de 1460-70 no se olvidaron en Castilla, sino que se discutieron de palabra y por escrito. Así Alonso Ortiz, canónigo de Toledo, en su tratado inédito y sin fecha De regimine regni, les dedica varios capitulas como testigo coetáneo, en diálogo la reina Isabel, el rey Fernando y el cardenal P. González de Mendoza. En otra ocasión nos ocuparemos de este testimonio de primera mano, que legitima el ascenso de Isabel al trono.

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