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LA PRINCESA JUANA DE CASTILLA 273 3. Conclusión Sabemos bien cómo fue cristalizando la gran historia de los dos estados ibéricos. Fue así, y lo que así sucedió no lo puede mover nadie. Pero la historia no trata de cambiar lo que fue, sino de llegar a un conoci– miento crítico de lo que fue, en busca de la verdad y a fin de atribuir a cada uno lo que es suyo: Unicuique, suum! Juana no merecerá acceder a la galería de las clarisas insignes por su san– tidad; pero tampoco fue un desdoro para la Orden. Fue un caso patético que puede iluminar los de muchas personas religiosas del Renacimiento.

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