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P. Anselmo de Legarda.-~asgos vizcaínos de San Ignacio 1 una carta del famoso obispo de Médico Fray Juan de Zumárraga a su sobrino Sancho García (12) : "Paréceme que debéis en Bergara mandar hacer cuchillos sin punta que no sean grandes, sJno de jeme o de palmo, y cajas de escribanías, que se hacen buenas allí, y tije– ras largas, así de escribanías de m;iento como de cortar lienzo y de barberos..." El yantar de Jgnac~o.-En este ,punto el ascetismo del santo ofrece escasa materia de comentario: su ayuno y abstinencia hasta de vino, fuera de los domingos (A. 3, 19), están muy lejos de las comilonas , de su tierra, donde no siempre se guardaban las "reglas para orde– narse en el comer". Una inocente afición le renació en su vejez, cuando ya tenía casi perdido el ~entido del gusto, Según testimonio del P. González de Cámara (13), la fiesta que en ocasiones le hacían ''era darle cuatro castañas asadas, que, por ser fruta de su tierra y ,con la que él se crió, daba muestras que se holgaba con ello". Su comportamiento en la mesa distaba mucho del atribuido por Cristóbal de Villalón a los vizcaínos (14) : "Mata.~¿Parleros son al comer, como vizcaínos? Pedro.~Con mucha más crianza; que ésos parlan siempre a troche moche y ninguno cana, sino todos hablan; mas los griegos, en ha.– blando uno, todos callan." San Ignacio nos dice de sí mismo (A, 4, 42) : "Tenía el :peregrino esta costumbre desde Manresa, ,que, cuando comía con algunos, nunca hablaba en la tabla, si no fuese responder brevemente; mas estaba es.cuchando lo que se decía, y cogiendo algunas cosas de las cuales tomase ocasión para hablar de Dios; y, acabada la comida, lo hacia/' Ese "desde Manresa" induce a pensar ,que antes hablaba en la tabla, si bien menos que los de Villalón. lntrepidez.-{..a de los vizcaínos esparcidos por el mundo no pasó inadvertida. Sería rprolijo aducir testimonios de autores imparciales. ,La vida entera de San Ignacio e:;¡ constante manifestación de su valor intrépido, no sólo en la defensa de la fortaleza de Pamplona {A. 1, 1), sino principalmente en la conquista de su castillo interior. Pasado el apuro espiritual, y ganado el altozano, se pone a "gritar por aquellos campo's y hablar con Dios" (A. ~. 79). Grita .asimismo rpara ,poner coto a torpes instintos de la solda~ (1:2) Public:ilda en el «Boletín de la Real Academia de la Historia», 6, 1885, !t)ág,lit1,a~ :249. La carta es del Hll de a,gosto de 11541. , (13) Citado por el P. Pedro Leturia, El Gentilhombre lñigo L6pez de Loyola, Barcelona, 1941, pá:g. 46. , (14) Viaje de Turquía, coloquio VI, «Nueva :Síbiloteca de AA. EE.», t. 2, página 80.

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