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10 P. Anselmo de Legarda.-Rasgos vizcaínos de San Ignacio Diferentes episodios de la vida de San Ignacio podrían servir de base para deducir esa doctrina. Por los textos citados antes, acerca de la difusión, se entrevén los agasajoª y favores que recibió de los de su tierra en regiones lejanas! El único que desentonó fué Miguel de Landívar (A. 11, 98), por el resquemor del cambio de Francisco de Javier, ganado por el de Loyo1a. Notable es el lance .que le ocurrió al peregrino en el viaje de Fer-ruru para Génova. "Y partido a la mañana-nos ,cuenta (A, 5, 53)– caminó hasta la tarde, que le vieron dos_ soldados que es_ta,ban en una torre y bajaron a prendelle. Y llevándolo al capitán, que era francés. el capitán le preguntó entre otras . cos.as , de qué tierra era. Y enten– diendo que era de Guipusca, le dilio: -Yo soy d.e allí cerca-paresce ser junto a Bayona; y luego dijo: ~Llevalde y dalde de cenar, y hacelde buen tratamiento.'' ¿Eran también de cerca de Guipúzcoa 1 -junto a Bayona, los fraru– cest:s que 1 cuando Iñigo cayó herido en Pamplona, le trataron. muy bien, cortés y amigablemente y luego lo llevaron. en una litera a su tiewt? (A. 1, 2) (23). Nosw.Zgia.-Este dolor que a otros vizcaínos les_ acució más de uno vez (24), en nuestro santo quedó amortiguado por amores más sobc·ranos. Sin contar que varios de sus hermanos, años después de su partida, seguían sin entender ni de pensamiento ni de obra la (23) Autores modernos de mucha. nombr-adía han sugerido o aceptado un supuesto itinerario del herido por territorio no ocupado por el ejército fran– cés : Val de Ollo, Val de Gofii, alto de Lizarraga, Ur-baSa, Olazagut(a. En mi opinión, tal c•amino o descamino será anoodero con la contera del lápiz sobre un mapa; pero par abrupto y la,rgo, casi hubiese puesto pavor e, las partidas de Mina o de Zumale.cárregui. Al herido de Pamplona, no pu– dieron llev,arlo Por tales vericuetos. La razón que se alega, de esquivar el encuentro con el ejército francés, no es convincente: Pamplona, de donde se-Ua pacíficamente el herido, tam– poco estaba en Poder del duque de Nájera. Además, V•a,l dé Ollo y Val de Goñi pudieron vibrar ,entonces de entusiasmo como otras partes de Navarra,. A la palabra franceses del relato ignaciano le dan hoy un sentido de fran– cesada; y sabido es que la Navarra de 15121 no era la de 180&. Por otra parte, de las relaciones personales de Ifiigo con los fm.nceses (V. Leturia, o. c., págs. 118-122; y Rfüadeneyra, o. c~ 1, 1, 44) y de la ne.– cionalidad de los :portadores de la litera se desprende que, cOill. salvocon– ducto o sin él, a san Ignacio 1é traslade;ron a Guipúzcoa por el capiino ordi– nario., no por l(l, sierra, sino por el valle : ,Pamplona, Irurzun, Huarte, Alsa– sua, Cegama._ (24) De ahí el dicho de· vizcaíno, «morir ,al tierra», coment:lldo por Me– drana, Silva curiosa, Paris, 1ooe, págs. 20-21.

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