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10 P. Anselmo de Legardcr.-El Licenciado D. Juan de Beriain ficionada como -la que está en la iglesia / y en el dicho tiempo, paguen al primiciero de esta iglesia por ella los ciento y veinte y siete ducados y tarjas que deben por el dicho Vicario y se les mandaron pagar en la Vhi ta pasada. Todo lo paguen so la dicha pena de excomunión en todo este año de seiscientos / y se man– da al Vicario que al presente es de esta iglesia, que so la dicha pena se lo haga notificar por escribano o clérigo que de ello dé fe en este libro, en todo este mes de agosto". El Vicario de Legarda, don Juan de Urquizu, apresuróse a cumplir el mandato y el 22 de ago.':>to de 1600 pudo certificar que aquel día, en Uterga, había notificado "al licenciado Beriayn, be– neficiado del lugar de Uterga, la excomunión"; a lo que el inte-• resado había respondido "que se tenía por notificado y que drento [sic] del término que se le mandaba, estaba presto a cumplir con lo que se le mandaba. Y esto dio por respuesta" (29). A pesar del tono apremiante del mandato y de la buena vo– luntad manifestada por nuestro albacea, la deuda no quedó can– celada del todo hasta la Visita del 5 de noviembre de 1605 (30). Si bien, para octubre de 1601, habían recibido los primicieros cien ducados de los albaceas de don Martín de Subiza (31). Fué rara casualidad que al quedar el Licenciado don Juan de Beriain libre del enojoso asunto testamentario con la parroquia de Legarda, le estamparan parecida amenaza en su libro parro– quial de Uterga, en la Visita del 6 de noviembre del mismo año 1605, donde (32) "se manda a Martín de Arteta, vecino de este lugar [de Uterga], que, so pena de excomunión, de aquí al día de Paschoa de Resurrección primera veniente, dé ocho ducados pa– ra ayuda de hacer una casulla y un alba por las que llevó el Li– cenciado Arteta, su hermano, cuando murió" (33). (29) LLV, fol. 19. (30) LLV, fol. 35. (31) LLV, fol. 27 v. 0 (32) ULN, fol. 54 r. 0 (33) Sigue la amenaza de exclusión de los oficios, etc. En el mar– gen añadieron una prórroga: hasta San Miguel primero veniente de este año. El Licenciado Arieta pudo ser beneficiado de la parroquia. Pero la omisión de ese pormenor autoriza para pensar que probablemente per– tenecería al número de clérigos que vivían en sus casas, como en Le– garda en 1606 don Martín de Ibero, "dueño de la casa que llaman de Prima", según LLV, fols. 39-4 O. De los caminos señalados por el refranero de la época -Iglesia, o mar, o casa real- no cabe duda que el de la Iglesia era el más anda– dero para la mayoría de los hijos de Valdizarbe.

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