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Expresión feliz de San Ignacio, iníerpreíada mal por P. ANSELMO DE LEGARDA Del estilo o lenguaje del autor de los Ejercicios nos hemos forjado un concepto sobradamente peyorativo. Hay quienes, tras la lectura de un buen comentario, admiran la exactitud de frases y vocablos del Santo, pero echan en falta la opulencia y brillantez de otros escri– tores da su tiempo. Achacan a reminiscencias del latín o de la lengua materna cuanto les desagrada. Su estancia en Arévalo, sus viajes, lecturas y conversaciones pasan por alto, como si nada montaran en su educación literaria. Casi le consideran incapaz de un acierto vo– luntario o filigrana. Y los tiene. El daño está en que a las veces co– rren ihadvertidóS. Confieso que es n:.uy exiguo todavía mi conocimiento, de los incon– tables comentaristas o explanadores de los Ejercicios. Por ello sería en mí necia petulancia afirmar que nadie ha reparado en el sentido genuino de una expresión castiza de la primera Adición. Pero como un comentarista tan perspicaz como el P. Casanovas ha erre,do, a mi ver, en la éxégesis del pasaje, no será temerario sospechar que algu– nos otros tampoco han dado en el hito. Cierto que el yerro no es de tal entidad. que hayamos de temer se malogre el fruto de los Ejercicios. Mas la primera Adición del Santo cobrará nuevo realce si le aliviamos del polvo que viene empañando 1ma de sus frases. Dice ásí San Ignacio (número 73): "La primera adición es, des– pués de acostado, ya que me quiera dormir, por espacio de un ave– maría pensar a la hora que me tengo cide levantar y a qué, resumien– do el exercicio que tengo de hacer".

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