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P. Anselmo de Legarda.-Donostiarras del siglo XVIII 11 la torpe adulaci-ón de la virtud. Si el attditorio las posee, le mos– trará nuevos caminos en que ejercitarlas. Ocasión propicia para apuntar de pasada algunos rasgos loables suele ser el momento <l.el vituperio, como recurso para templar su amargor. RELIGIOSIDAD Hemos visto ya que, para atenuar la aspereza de la censura -del carnaval donostiarra, nos previene que el pueblo de San 'Sebastián «está reputado por uno de los más juiciosos (6), de los más modestos, de los más píos que quizá se hallarán en toda la Cristiandad> (V, 267). Verdad es que al tratar de la misa nos di-Ce que llegó a «rece- 11ar .que acaso no era devoción todo lo que lo parecía; que quizá .sería irreverencia lo que tenia visos de piedad, y cuando menos me persuadí a que debiart de cometerse grandes y muy groseras :faltas en el modo de asistir a este santo sacrificio:. (V, 279); DEVOTOS DE LA MISA «Pocos pueblos se hallarán en toda la Cristiandad que hagan · -ventajas y aun quiz.á que igualen al cuidado y a la exactitud -con que en este pueblo se observa este precepto. La asistencia al santo sacrif1cio de la misa en San Sebastiáli no parece efecto preciso de la obligadón, sino impulso voluntario de una ·incli– nadón innata: parece devoción patricia, o como piedad que 'influye el clima y que produce el terreno. No sólo cuando lo manda la Iglesia, sino cuando no lo manda: no sólo los días festivos, sino todos los días y a todas las horas están los templos llenos ode gente que asiste al santo sacrificio. Esto consuela mucho, edifica mucho y aun nos admira mucho a los forasteros que no en todas partes estamos c11costumbrados a observar tanta devo– -ción. Por 10 que a mi toca, confieso que en aquellos primeros meses· ,que vine a esta ciudad, no acababa de asombrarme de lo ,que veía, ni me harta;ba de dar grncias a Dios por, haberme traído a un pueblo tan ,cristiano, tan piadoso y tan devoto.:. (V, 278-279) Esta confesión del P. Isla es de tan subidos quilates que, a (6) La idea de Ja seriedad de los guipuzcoanos s,eguia fij~ en la mentt? deI P. Isla vari'O!S lustros más tarde. En carta fech~da en Pontevedra el 4 de agosto de 1765 (BAE, 15, 60G) referíase a la Diputaclóin, espejio de las mejores prendas de los guipuzcoanos, llamándola "la circunspectisima, la rrudentisima, la remiradisima Provincia de Gulpúzcoa".
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