BCCCAP00000000000000000001173

P. Anselmo de Legarda.-Donostiarras del siglo XVIII 9 VECINDAD DE LOS HEREJES Describe la actitud hostil de los herejes frente al ayuno, que es carácter distintivo del católico y buena coyuntura para dar testimonio de Jesucristo. Encare,ce la importancia de este motivo alegando la situación geográfica de sus oyentes. «En san .Sebastián -dtce (V, 322)- tiene mucha mayor fuer– za esta razón, porque estamos pared en medio de la Francia, la ,cual f¡e halla infestada de calvinistas. El comercio franco y abierto con Inglaterra trae o puede traer a esta ciudad muchos sectarios de tanta confusión de sectas como anidan en aquel desgraciado reino. E'stos observan cuidadosamente todas las accio– nes de los católicos para censurarlas y para sacar de ellas argu– mentos muy especiosos, aunque nunca sólidos, contra nuestra. religión; Si ven que la ,cuaresma de los ,católicos apenas la observa un puñado de gente, y que para los más es una ceremonia de mojiganga, porque muchísimos gordos, rollizos, frescos y colo– rados comen carne en medio de ella y se regalan, como pudieran en tiempo de Pascua; o juzgarán que en el fondo creen lo mismo que ellos, o harán una solemne mofa y chacota de su fe, y los podrán decir con sobradísima razón: Homo inanis, ostende mihi fidem tuam. Católico hueco y vacio, fantasma o estafermo de ,cat,ólico, dame acá una prueba de tu fe, muéstrame en qué eres católico.» MURMURACION Muy grave y epidémico se le antoja, este vicio. En el discurso doctrinal sobre la murmuración, predicado en San Vicente, en 1748, recurre al equívoco de comer carne en cuaresma para des– pertar la atención de sus oyentes. Advierte con espanto que «en San Sebastián hay sobrada abundancia de caribes, hay abun– dante cosecha de amazonas, que comen a sus propios hijos y que banquetean con carne humana» (V, 193). Murmurar es devorar al prójimo. «En medio de ti, ciudad de San Sebastián, en esas plazas, en esos mentideros, en esas salas, en esas chimeneas, se están co– miendo cada día y cada hora los padres a los hijos, los hijos a los padres, los amigos a los amigos, y, en fin, cada cual a su prójimo y a su vecino.» (V, 193) La murmuración descuella entre todos los vicios de su auditorio. «Gran láStima es que una ciudad donde real y verdaderamente brillan cien virtudes cristianas, todas, todas se echen a perder

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz