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Desahogos cristinos en 1835 por el P. ANSELMO DE LEGARDA Los melindres de la Historia suelen privamos de noticias bélicas apetitosas, aunque cargadas de especias. Registra cuidadosamente los partes oficiales, las proolamas y arengas de los jefes; pero por mara– villa. se inclina a recoger una ·palabra de la soldadesca. Al contrario~ se complace en cos.erle la boca para que &u vocerío no perturbe el discu!'.SO del general. Ni fas guerras carlistas ilograron e1udir esta ley o capricho. Pues, si bien conocemos cantares y anécdotas de ellas, son en extremo escasos o fragmentarios, e insuficientes para descubrirnos a.quena. energía sobrehumana, que e'lectrizaba a los batallones en trance!, áp,u,.. rados y los arrastraba a la victoria. Y esos mismos canta,r~ se han perpetuado no gracia,s a la Historia, sino merced a !\U ,carácter casi sagrado. Pues. a los que entonces can– taban y luchaban, no los •consideramo.s como• soldadesca, sino• como gloriosos antepasados; y sus canta.res, como recuerdos de familia. ,Combatían y canta,ban cristinos y •carlis,tas·. Y por un fenómeno raro, aunque explicable, han pervivido aquí menos muestras de la inspiración de los vencedores. · Por e,so fué muy grata la so11presa que reciM al dar con una serie de expan_siones de los cristinos, escritas en verso y prosa. EN UN LIBRO DEL. AMIGO DE OHAHO.-Quien haya leído el Viaje a Navarra de Chaho (1), recordará ciertos p,o.rmenores relativos al boticario de Lesaca, Pedro ,de ArizmendL A su presencia llega el (1) Viaje a Navarra durante la inaurrección vasca (183•5), IBilb!to; 1933. Edición del doctor Justo Gárate.

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