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¿FRAY GERUNDIO EN VITORIA? 239 entrar en las Brígidas, que también pusieron mano en las ropas, Clarisas y Brígidas tuvieron que renunciar a su devoción y curio– sidad de buena ley. Tampoco entró en las parroquias de San Ilde– fonso, San Miguel y San Vicente.-Por otra parte había que pensar en hacer sitio para la corrida de toros de la tarde. ¿Quién fué el empresario de la corrida? La Orden Tercera, que reservó tabla– dos para· 1as personas eclesiásticas y de respeto ( 3 ). El día 4. 0 , se dió otra corrida. Los fuegos se quemaron todos los días. El último, se repitió la procesión que tal vez no se alargó tanto como el primero. Si en todo se puso empeño de modo que nada desdijese de la proyectada solemnidad, hubo particular cuidado en lo tocante a la música. Trajéronse buenos músicos del Convento de Bilbao y más particularmente del de Aránzazu, que con los de casa for– maron potente masa de escogidas voces. Pudo contarse también con los elementos de la Colegial y de la Universidad. Instrumentos y voces, bien organizaaos, dieron esplendor a las fiestas y ale– graron templos y calles. No suponemos que todo fuera de gusto depurado: los tiempos no eran para ello. Dentro de la iglesia ¡qué de libertades se permitían y veían con agrado! Empezando por la letra, juzgue el lector por la muestra que aquí le presento. Los versos siguientes se echaron desde las bóvedas del templo para que los fieles no permaneciesen ajenos a lo que se cantaba. En honor de Salvador de Horta: Estribillo: A la catalanilla Vaya una canción, Así cantaba al santo Cuando aun no murió. Cante el catalán, (3) Las antiguas corridas de toros se celebraban en el Rabal o Arrabal, o sea, en la parte llana de la actual plaza de la Virgen Blanca. ·az. de Eohávarri, obra cit., página 7.

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