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ARTE Y PLATA A guisa de introducción ¿Qué quereis? A fuer de sincero debo decir que sólo en– tre brumas veo el arte en las obras de argentería. Dichosos de vosotros que teneis ojos linces y sentís ahí tangible la poesía a través de esos duros y fríos destellos! Brilla la plata y para mí brilla demasiado. · Brilla irritando, no animando mis ojos. Brilla pretencio– samente, queriendo meter en mi cabeza ideas de peso, de mole, de número. ¿De cuándo acá la poesía mide, pesa y cal– cula? El corazón no abre sus puertas a impresiones así disfra– zadas. Mis ensueños sutiles desaparecerán al sonido argenti– no como del árbol huyen los pájaros al estampido de un ca– ñonazo. ¿Cómo tras esa blancura engañosa verán los ojos la reflejada placidez de un alma cándida, absorta en un ideal de dicha y de suavísima emoción, que habla sin palabras, que mira hacia dentro, que oye arrobada los ecos de una música no aprendida? L¡¡ limpidez de la plata parece enturbiar mis ideas y sensaciones.

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