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VI El comercio de la plata.-lnterven– ción judía.-Argenteros judíos. EL COMERCIO DE LA PLATA.-En Navarra no se explotaban minas de plata. Natural era por tanto que el blan– co metal viniese de fuera, pues sin él no era posible vivir. En manos de judíos o de et istianos, en manos honradas o de a filadas uñas, venía con relativa abundancia y se adquiría a trueque de moneda, del grano, de vino, de carneros, de car– bón, de todo lo que era aquf menos necesario. Los precios eran llevaderos, y el que podía y quería poníase al habla con cualquier advenedizo de nombre más o menos enrevesado, si no optaba por llamar a la puerta de un convecino que boste– zaba en su covacha o se distraía cincelando. Había, pues, co– merciantes especializados, con tienda abierta o sin ella; artí– fices que hacían y daban, intermediarios y explotadores de artífices, o simples lazos de unión entre los que poseían pla– ta y los que la pedían. Gran parte de los argenteros apronta– ba plata y la cobraba labrada o sin labrar. Y de los judíos ha– blaremos enseguida. Ellos eran los que pt incipalmente surtían el mercado, entendidos con otros de los suyos que vivían en los puntos de origen. Desde el reinado de Carlos el Malo brujuleaba por los mares navarros un avispado lombardo, Mono de Cassini (1}, (1) Así firmaba él.

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