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6 P. EULOGIO ZUDAIRE HUARTE Incumbencia suya es cuanto se refiere a los estudios (Schule) y al internado (Heim) de los alumnos a él confiados, desde que despiertan hasta que se acuestan, incluso los fines de semana y días feriados. No significa esto que les haya de seguir como la sombra al cuerpo. Por ejemplo, no vi que se estilara eso de la formación en filas. Vigilará en cambio la fiel observancia del horario, la compostura y orden externo, desde la higiene corporal a la limpieza y el orden en la habitación (pupitre, libros, vestuario); se preocupa por su estado de salud, organiza el horario vespertino (hay clases solamente por la mañana), las excursiones, la asistencia a funciones teatrales y a conciertos públicos, administra la cartera de sus pupilas, se encarga de la correspondencia, etc. El educador se sienta a la mesa con ellos, juega y tra– baja con ellos. Por deferencia hube de sentarme en la mesa del capellán, que fue quien equitativamente distribuyó la pitanza entre los ocho alumnos que le corres– ponden en el refectorio. Eran en total 28 educadores, incluido el Director, lÓs que presidían sus mesas respectivas. Y todos jóvenes. Los colegiales de turno llevaban a cada mesa las respectivas fuentes, soperas o planas. Es singularmente interesante la cooperación del educador en los horas de tra– bajo, como guía y asesor en el manejo de los instrumentos de trabajo y de estudio, como planeador de la tarea, como testigo de la realización pulcra y exacta de los deberes escolares. Del cuidado personal y directo surge el optimismo del muchacho al no sentirse solo ante las dificultades y la confianza en sí mismo. El educador participa de las alegrías y tristezas de sus encomendados; es su consejero, su confidente, su amigo, sin declinar la autoridad ni dejar de oponerse a pretensiones que juzga inadecuadas. Es a un tiempo modelo, asesor y juez. Procede según su responsabilidad personal y no únicamente como simple man– datario de un mecanismo educacional centralizado. Su misma persona se halla comprometida por las decisiones tomadas en su función pedagógica. Pero el educador necesita-,y en esto es reiterativo el Reglamento de Marquart– stein-que los padres de los alumnos cooperen con él por intercambio leal de noti– cias y por la plena confianza en su labor educativa. El grupo de educadores, bajo la presidencia del Rector (Heimleiter, inmediato al Director) constituye la Junta de educadores, que suele reunirse cada viernes. Nor– malmente asiste también el Director. A veces la reunión es quincenal. El día de mi visita coincidió con una de esas sesiones. En la sala de Profesores, y en torno a una mesa en forma de U, tomaron asiento. Sirvióse pastas y café (complemento del almuerzo), y cuando comenzó el ambiente a aromatizarse de un cierto optimis– mo, pasó el Heimleiter a leer la orden del día. La discreción (y el imperativo dei auto stop) me hicieron abandonar el local. Por segunda vez hube de oír el saludo cariñoso y los aplausos que, como a español, me tributaron autoridades y alumnos de Marquartstein. En esas Juntas se discuten cuestiones de carácter orgánico y disciplinar, y s2 planean los festivales y concursos; y las variaciones en el régimen interno. Pero princt¡:almente se discuten problemas educativos, según se presentan en los diversos cursos y grupos; se comentan las diferentes experiencias y se asesoran mutuamente. Ante dicha asamblea han de rendir cuenta los educadores de la situación escolar y pedagógica de los alumnos encomendados. Marq. no es una empresa de tipo financiero. Por sus principios y práctica educacional es a todas luces manifiesto qi;e no se trata simplemente de alojar y cuidar a unos muchachos en régimen de in– ternado ni siquiera de crear en ellos el hábito del estudio. Sus exigencias son mucho mayores. Por algo se pro::uró romper la masa en grupos no superiores a quince alumnos, al frente de los cuales hay un educador, que, si no está con ellos todas las horas del día, les dedica muchas tardes y muchos horas de la tarde como cama– rada o como asesor y consejero. Suelen tener su despacho y dormitorio a ambos extremos de cada piso. Y, si no entendí mal, uno suele ser Profesor de Letras y otro de Ciencias.

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