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126 SATURNINO ARA más generosa y convencida, también distinta, fue denominada por Francisco de Asís "Regla y vida". "Forma de vida se llamó el primer esbozo de normas dadas por el Santo a la fraternidad de San Damián y es el título conservado por Clara para su Regla y reconocido por Inocencio IV en la bula de aprobación. Para Francisco y Clara lo que cuenta es la vida. Al servicio de la vida -un ideal que se descubre y se con– quista realizándolo- deben estar las prescripciones, no para envolverla en un montaje legislativo que le quite libertad de movimientos, sino para encauzarla y facilitarle el crecimiento" 3_ El hombre de hoy como el del pasado trabaja, se empeña y lucha por que la estructura sea un auténtico cauce de vida. Nuestros parlamentarios, valga el ejemplo, y al igual que nuestros más avispados juristas o constitucionalis– tas, al paso que se esfuerzan por una elaboración precisa de una normativa, buscan que toda legislación sea reflejo y traducción de la propia visión y cauce para llevar a la práctica esa propia visión de vida o peculiar pensamiento filo– sófico. Nuestros parlamentarios y juristas ni se manifestarían ni quedarían satisfechos si su normativa quedara reducida a ser "letra", algo sin vida. Bus– can una "realidad" en favor de la sociedad para quien legislan. Permitidme otro ejemplo: la ley despenalizadora del aborto no busca que la visión propia quede en pura norma; desea realmente fomentar también una mentalidad abortista, opuesta a la mentalidad de quienes apuestan por la vida 4 . Naturalmente, para Clara la clave no está en usar un término u otro, "Regla y vida", sino en que cada comunidad de clarisas sea una verdadera fra– ternidad evangélica, donde se viva alegremente la pobreza y donde el amor sea la ley suprema. No se contenta con que el Evangelio sea una "norma" de preferencia que ilumine las opiniones y apreciaciones personales, sino que éstas respondan y sean en verdad seguimiento de las enseñanzas y huellas del Evangelio 5. 3 IRIARTE, L., Letra y espíritu de la Regla de Santa Clara, Valencia, 1975, 2. Otros autores, entre tantos: AIZPURUA, F., El camino de Clara de Asís, Curso básico de franciscanismo, Avila, 1992, y SANZ, J., Francisco y Clara de Asís. Icono y palabra de amistad, Madrid, 1988. 4 Es urgente y necesario que nuestro lenguaje eclesiástico se adapte a las realidades socio-po– líticas en las que vivimos, si queremos entendernos hombres del siglo XXI e Iglesia del tercer mi– lenio. 5 "La Regla que Clara compuso en los últimos años de su vida para sus hermanas presentes y futuras llegó al término a través de un largo y dificil camino, jurídico y disciplinar, en el que Clara rehusó otros textos normativos que le habían sido propuestos incluso por papas. Aún siendo un texto normativo que copia a la letra numerosos párrafos de las reglas de Francisco para los her– manos menores, la Regla de Ciara encierra los puntos que le parecen irrenunciables desde su op– ción de vida, e ilustra plenamente los que Clara quería significar con las palabras vivere secun– dum forman Sancti Evangelii. En el capítulo IV, en particular, Clara insertó las disposiciones que Francisco mismo había dado a los hermanos, de suerte que el capítulo presenta el corazón de la experiencia de Clara y sus compañeras". BARTOLI, M., Clara de Asís, Estella, 1992, 22.

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