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124 SATURNINO ARA idealista y de forma condescendiente y buscando agradar y exaltar el mundo femenino, también dentro de la Iglesia católica y familia franciscana, deján– dose arrastrar un poco por las ondas del movimiento de promoción de la mujer, particular que caracteriza a tantas publicaciones recientes 1 . Como hombre admirador de la institución eclesiástica y del propio vigor de la vida religiosa, siempre que ha sido debidamente canalizada, mediante la ayuda y apoyo de estructuras, fruto de una idea pensante y de un corazón convencido, mi posición resulta poco airosa, hasta, quizá, extraña, cuando aún hoy, sin apercibirse que se vive una posición anacrónica, se sigue apos– tando por unas manifestaciones de pertenencia eclesiástica y religiosa, basa– das casi únicamente en la fuerza de la convicción con marginación de la orga– nización. En realidad, la vida se manifiesta y se expresa, de forma normal y ordinaria, en categorías de organización, ya que se piensa que sirve ésta de ayuda para la transmisión de un ideal y es un buen modo de hacer más fácil– mente posible el testimonio de vida, realización plástica del ideal. Paso a la presentación del pasado, presente y futuro de la Regla de Santa Clara, proyecto de vida evangélico, y lo hago desde una visión distintamente realista, al mismo tiempo idealista, valorativa de la vocación y misión de la mujer en la sociedad e Iglesia y del momento actual de su promoción, pero desde las categorías mentales de quien sabe que la vida tiene asegurada su · continuidad, si cuenta con el apoyo de las estructuras y las normas, siempre expresión de vida. l. El pasado de la Regla de Santa Clara, proyecto de vida evangélica Dejo de lado las causas y los orígenes del encuentro y seguimiento de Francisco de Asís por parte de Clara, como sabidos y porque, además, estoy seguro que estos particulares van a ser presentados y tratados con gran com– petencia y desde puntos de vista diversos, durante todos estos días. Me centro en aquellos puntos más destacados y significativos para la reflexión de la Regla de Santa Clara, desde la perspectiva y proyección que valora la progra– mación y elaboración de conductas de vida y pone de manifiesto la capacidad de organización sin la cual es raramente posible la permanencia del grupo humano, por más que éste se confiese carismático o espiritual. Si el grupo en realidad es carismático, buscará la continuidad en la creación de estructuras. 1 JUANES, F. de, Papeles confidenciales de Su Santidad Juan Pablo 11. Hacia una pedagogía inofensiva del poder, Madrid, 1993. La referencia puede sonar a anécdota o broma; es, a pesar de tanta "unilateralidad", una cálida invitación.

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