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LA REGLA DE SANTA CLARA 143 empeña principalmente en actualizar la respuesta de fidelidad a la propia vo– cación y misión. Conscientes de correr el riesgo de aparecer utópicos o simplemente pre– suntuosos, podríamos haber titulado este apartado como "la nueva sabiduría" de la vida consagrada contemplativa. Pero son estas consideraciones unas divagaciones que nos apartan y dis– traen del centro de nuestra reflexión. Pues lo que pretendemos es poner de re– lieve que la Regla o pr-:>yecto de vida de Clara de Asís debería presentar aque– lla formulación que evidenciara el aprecio a la mujer, enriquecida con unos conocimientos técnicos que aseguran y potencian su personalidad mediante el ejercicio de una simple profesión o cualificación, y a la cristiana en posesión de unos conocimientos teológicos que le permiten valorar la vida tan distinta– mente de quienes sin esos conocimientos encuentran dificultad para ver la mano de Dios en los cambios económicos, sociológicos, políticos y religiosos de nuestra sociedad. La Regla o proyecto de vida de las hermanas clarisas debe apostar por esa calificación humana, cultural o científica, incluida la teológica, que ayude a éstas a vivir la experiencia de Dios en unos contextos, que arrastra consigo la tercera ola, como son la distinta situación social, económica, política e incluso • religiosa que vive nuestra sociedad, dentro de la cual nos insertamos los que constituimos la Iglesia. Parte de la Iglesia es la Segunda Orden franciscana. 3.4. Las reláciones interpersonales En otras palabras, la vida fraterna que, por gracia del Señor y debido hoy a los estudios y progresos que centran su esfuerzo en el conocimiento y valo– ración de la persona humana y sus comportamientos, ya no es vista única– mente como encuentro cerrado a un mínimo de personas. Reacción comprensi– ble frente a estructuras del pasado que alentaban y acogían las posibilidades de unas comunidades más numerosas. Las relací.ones interpersonales, en nuestra sociedad, llevan a un modo de ser que se caracteriza por el respeto a la personalidad singular y la valoración de las cualidades individuales. También en la fraternidad o grupo asociado franciscano la nueva visión de las relaciones interpersonales, aparte de su trascendencia en el ámbito más personal, debe llevar a un equilibrio de pro– gramación que evite los dos extremos antagónicos: por una parte, una subor– dinación del proyecto personal al comunitario y, por otra, una acentuación del valer y riqueza personal que propicia la actitud egocéntrica e individualista que pasa por encima del grupo. Equilibrio que fuerza a planificar la vida y apostolado, la oracién y el testimonio de experiencia de Dios y los encuentros

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