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LA REGLA DE SANTA CLARA 141 tendida ésta como ideal evangélico que nuestra sociedad gustaría de alcanzar en el plano humano. Y también como ayuda espiritual en el compromiso ad– quirido o "profesado" de vivir en obediencia, pobreza y castidad. Las jóvenes que llaman a las puertas de las fraternidades de clarisas, arrastran consigo unos comportamientos que responden al cambio de la ter– cera ola, ya que no viven los contextos de una sociedad industrial ni los más antiguos de una sociedad agrícola 22 . La constatación de esta realidad suscita y anima a vivir una inquietud renovadora y, al mismo tiempo, un cierto desa– sosiego que invita a revisar la autenticidad de la forma de vida y también de las expresiones con las que esa misma forma de vida viene descrita en un texto legislativo que responde a tiempos tan distintos y diversos de los nues– tros y de los que se aYecinan. Francisco y Clara echaron mano de los reclamos del Evangelio, pero según su tiempo. Arrastraron tras sí vocaciones sinceras y eficientes. Fueron muy numerosos los hermanos y hermanas que abrazaron el ideal de la fraternidad orante, atraídos por la novedad de una forma de vida realizada en la persua– sión de que el seguimiento de Cristo y la puesta en práctica de los consejos evangélicos no era ninguna novedad, sino algo siempre muy actual. El segui– miento venía propuesto y expresado en formas de vida, Regla o simple organi– zación que "superaba" normativas de un pasado. La Regla o forma de vida de Santa Clara, cara a un futuro, aparece necesi– tada de una interpretación que se arriesgue a presentar el cambio de la ter– cera ola y la actualidad de la riqueza del seguimiento de Cristo pobre y orante. Creemos sinceramente que no vale la respuesta de que ésa es la mi– sión propia y función de las Constituciones renovadas. 3.2. La experiencia de Dios El hombre y la mujer de hoy sienten hambre de Dios y manifiestan abier– tamente su deseo de encontrarse con iguales que hayan satisfecho esa misma "necesidad" de Dios y den pruebas evidentes de una experiencia de lo sobre– natural. El proyecto de vida de Clara fue una respuesta oportuna y adecuada, pro– videncial, en expresión correcta, a ese modo de ser del hombre y la mujer del siglo XIII, también hambrientos de Dios, en contexto cultural de cristiandad. Oferta y opción generosa y equilibrada frente a tantas propuestas, muchas veces, al igual que hoy, dadas al margen del magisterio "seguro" y del servicio de la Iglesia. 22 TOFFLER, A., La tercera ola, ediciones múltiples. La tercera ola está dando origen a una nueva civilización.

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