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1 ./ el Corpus y su octava, sino que tenía fundaciones para celebrar la devoción de las XL Horas una vez al mes, con exposición, adoración y predicación. 24.9. El problema de la dote fue desde el principio un capítulo delicado. En principio, el fundador exigió 500 sueldos jaqueses, con 10.000 de propie– dad, mas el ajua::- completo para la cama y atabíos; con esa cantidad y lo pro– veniente de su habilidad, la rectora debía responder de su mantenimiento y vestido. Según ~os segundos Estatutos, cabía recibir colegialas con menor dote, es decir con 250 sueldos jaqueses, con 5.000 sueldos de propiedad, sin suprimir para laE más pudientes las cantidades primeras. 24.10. La ida espiritual era intensa, avivada por los mismos Estatutos y por las cofradías instituidas en el mismo: la del Santísimo y la del Rosario. No sólo celebraban ;;on solemnidad barroca el Corpus y su octaba, sino que lle– garon acelebrar la devoción de las XL Horas una vez cada mes, con exposi– ción, adoración y predicación. Parece que fueron los capuchinos quienes les comunicaron est1 devoción, preferida por ellos, y que ellas la convirtieron en expresión mensual, respaldada por fundaciones económicas de familias pudientes. 25. No es de este lugar ni siquiera resumir otras notas típicas femeninas, referentes al ves:ido, comida, estudio, liturgia y oficios domésticos. Es digno de consideración el estatuto sobre «la guarda y custodia de las Escrituras per– tenecientes al dicho Colegio y derechos de él». Además de una manifestación de orden religioso y cultural, era necesario ya que el Colegio vivía gracias a docenas de fundaciones, que era necesario guardar celosamente. 26. No dejan de percibirse en los Estatutos toques místicos, para vivir la vida esponsal con Jesucristo. Es seguro que vivieron la reforma católica al ritmo del tridentinismo en la segunda parte del siglo. Aparece en los Estatutos varias veces el término «recogimiento», pero no hemos encontrado vestigio que en este grup;:) espiritual hubiese calado mi al principio el erasmismo o el alumbradismo; ni después, el quietismo, ni otras corrientes espirituales místi– cas. Vivían la recia espiritualidad tradicional, concrentrada en los Estatutos. CONCLUSIÓN Es hora de poner fin a esta comunicación, que sugiere la conveniencia de un estudio documental extenso sobre el Colegio de las Vírgenes, cuya historia duerme tanto en los archivos eclesiásticos y civiles de Zaragoza, como en otros más generales, como los de Simancas, Madrid y Vaticano de Roma. Dicho estudio te:idría que contener no sólo la base crítica, sino los documen– tos esenciales qrn son como los soportes de esta hermosa expresión de reli– giosidad popular laica, que surgió en una clase social burguesa. 69
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