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LA EXPERIENCIA POSIBLE 397 Eucaristía que le ha llevado a descubrir la humanidad de Jesús centrando su vida en el hecho de la cruz. Allí ha visto él que su propia persona, en la mayor de sus debilidades componentes, era acogida desde dentro, y esto, con la garantía del marco eclesial, ha derivado en un estilo de vida concreto, marcado por lo penitente, lo itinerante, lo pobre, lo fraterno. La oración como elemento de vida ha sido ayuda decisiva. Y quizá, como experiencia peculiar dentro de este sistema, la de la Regla, con todas sus connotaciones, le ha sido cruz y posibili– dad. Vida de densa experiencia, vida vuelta al Evangelio, vida de acceso a la realidad del Padre. II. EXPERIENCIA DE DIOS EN LA PERSONA SECULAR DE HOY ¿Es posible extrapolar a nuestra realidad de hoy esta experiencia de Dios que tiene Francisco? Creemos que, de salida, es preferible decir que no. O, si queremos matizar un poco más, digamos que no lo es de un modo directo e inmediato. Liberándonos de romanticismos y anhelos no reales, no puede uno sustraerse a que hay algo que impide una traslación directa de este sistema espiritual a nuestros modos habituales de vida. Decir que ello sólo es debido a que la persona de Francisco es la de un entregado al reino y que la nuestra es pura mediocridad, tal vez no sea respuesta suficiente. Tratemos de pun– tualizar. l. PRESUPUJ<~STOS ANTROPOLÓGICOS Antes de nada es preciso decir que la persona de hoy, para llegar a una experiencia posible de Dios en este punto de la historia, necesita unos elementales presupuestos antropológicos que, de no haberlos, hacen casi imposible esa experiencia de Dios. Tales como: * Una intuición básica, un vislumbrar lo hermoso de la fe, un despertarse a las posibilidades de lo cristiano. * Un cierto arropamiento del grupo, fraterno u otro, un apoyo afectivo-religioso de los que andan en parecidos anhelos. * Un decidirse a algo efectivo en materia de vida cristiana, su– perando los simples buenos deseos o los meros conatos de estilo de vida evangélica.

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