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396 FIDEL AIZPURÚA 5. ENVUELTO EN LO ORANTE Todo este sistema tiene un apoyo, una envoltura que lo hace definitivamente consistente: la oración cristiana. Que Francisco fue un hombre de oración queda fuera de duda (bastaría sumar los tiempos de retiro de los que nos hablan sus biógrafos: 2 Cel 94-101, p.e.). Es el orante sin interrupción (Adm 16) de las viejas aspiracio– nes místicas. ¿Cuáles son las bases espirituales de la oración de Francisco? Francisco ora por causa de Jesús, porque en la medida en que uno sigue a Jesús puede orar en su misma tesitura; además, está conven– cido de que la oración es obra del Espíritu en nosotros (2 R 10, 8), de que la oración lleva a poner la vida toda en manos de Dios en un proceso identificativo con la cruz de Jesús (LM 4, 3; 2 Cel 194). De una serie amplia de textos franciscanos (1 R 3; 2 R 3; 5; CtaAnt) se puede deducir que, en la mente de Francisco, la oración tiene primacía en la vida del grupo franciscano, o, de otro modo, no es una devoción más, sino un elemento integrante de lo básico de la fe. 6. UNA EXPERIENCIA PECULIAR: LA REGLA Todo este sistema de experiencia de Dios ha tenido en Francisco un modo peculiar de expresión en todo lo que ha constituido el fenómeno de la Regla franciscana. Experiencia hecha de cruz y de cercanía a la necesidad del hermano; intento hondo de aproximar los núcleos del Evangelio a la vida real de la fraternidad. Por eso a la Regla se le suele llamar «médula del Evangelio», porque el hermano menor tiene una sola regla definitiva, el Evangelio de Jesús. De ahí brota el terco empeño de Francisco en no provocar un desdoblamiento de documentos orientadores, sino en subrayar los núcleos del Evan– gelio, tal como él los entiende, y hacerlos regla del hermano menor. El doloroso contencioso habido entre los hermanos y Francisco por esta causa denota que el asunto no fue nada fácil, verdadero camino de cruz, y, sin duda, posibilidad de crecimiento evangélico. Así, para Francisco, el tema en torno a la Regla fue, sin duda, ámbito privile– giado de una peculiar experiencia de Dios. * * * Este ha sido Francisco: el que ha comenzado a entrar en los mecanismos de la experiencia de Dios por la entrañable puerta de la

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