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400 FIDEL AIZPURÚA tuales como «distintas» está queriendo indicar que los caminos y tratamientos empleados con ellas hasta ahora no parecen ser viables sin al menos un cierto tratamiento. Mucho del esfuerzo cristiano por actualizar la fe se ha de desarrollar en la reorientación de estas realidades, verdaderas ayudas para una experiencia de fe cuando se las toma desde lados nuevos. III. CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS ¿Cómo entroncar estos núcleos de lo cristiano hoy con lo más valioso de la experiencia franciscana antes descrita? ¿Cómo se poten– cian? ¿Dónde convergen y en qué son divergentes? l. CONVERGENCIA EN EL NÚCLEO Es lo más alentador y lo que queda fuera de toda discusión: la semejanza de anhelos entre el creyente Francisco y el creyente de hoy. El común apuntar a lo envolvente de la muerte/resurrección de Jesús como experiencia que puede reorientar el fondo de la persona hacia un modo de vida evangélico, en lúcida experiencia de la reali– dad del Padre. Ahí el seguidor de Francisco se ve fuertemente apoyado por el espíritu que anima su vida y sus escritos. 2. CONVERGENCIA EN LOS APOYOS A pesar de una valoración distinta, Francisco y el creyente fran– ciscano convergen en apreciar los grandes apoyos de la fe, tales como la oración, el marco de la Iglesia, la búsqueda cristiana envuelta en lo sacramental, etc. Verdadero andamiaje sin el que la experiencia definitiva de la fe en el Padre se hace imposible. La distinta óptica con la que lee el creyente franciscano de hoy estas realidades, no sólo no las priva de su valor y necesidad de cara a una experiencia sólida de vida cristiana, sino que las potencia y las requiere sin cesar. 3. DIVERGENCIA EN LA VALORACIÓN DE LO HISTÓRICO No es que Francisco no tenga una valoración fuerte de lo histórico. Más aún, en ciertos asuntos (por ejemplo, en la valoración de las clases excluidas) su posición es avanzada. Pero lo histórico como

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