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423 EL CÁNTICO A LA VIÑA DEL AMADO (IS 5, 1-7) 727 por simples indicios, sino que exigían la luz meridiana. Ciertamente la viña en cuestión es símbolo de un ser responsable, pues se le in– tenta un juicio en regla, con testigos; su dueño presenta sus cargos contra ella, quejándose amargamente de su ingratitud, y le denuncia sus castigos. Todo esto y la metáfora «viña = pueblo de Israel», que les debía ser familiar, era más que suficiente para hacerles comprender que eran ellos los aludidos. C) DECLARACIÓN DÉL PROFETA (V. 7) Mas para que no quede sombra de duda lo declara el profeta sin ambages, diciendo: «Pues bien; la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel : y el pueblo de Judá es el plantío de sus delicias. Y esperó equidad, mas he aquí... efusión de sangre; y justicia (esperó), mas he aquí... griterío.> Las uvas que Dios esperaba de su pueblo eran «el derecho y la justicia», y los agrazones que éste le dio fueron «la violencia y la opresión». El profeta que, después de proponer el tema parabólico en los vv. Jb.2, había cedido la palabra al amado para juzgar a su viña y condenarla (vv. 3-6), vuelve ahora a tomarla para declarar el sentido de la parábola y la lección que con ella ha querido enseñar. Esta con c 1u si ó n (v. 7) confirma ante todo lo que dijimos en su lugar, que «el amado» a quien Isaías dedica su canto (v. Jª) y que tenía una viña (v. lb) no es un hombre, un amigo cualquiera del profeta (así J. STEINMANN), sino Dios, «el Señor de los ejércitos». El está desde un principio en su mente, aunque velado bajo el ropaje de un amigo, como lo aconsejaba la economía de la parábola: a El, a honor y gloria de sus perfecciones, de su bondad y de su justicia para con su pueblo (su viña), dedica el Cántico. La mención distinta de Israel y Judá se debe más al paralelismo que a la intención de notar los dos reinos de Samaría y Jerusalén, y quiere con ello decir que todo el pueblo, el pueblo escogido como tal, es la viña del Señor. Con todo, no hay que olvidar que Isaías ejerció su ministerio en Judá y que estos discursos de su primera predicación, de los que forma parte el Cántico de la viña, llevan la inscripción: «Visión... de Isaías... sobre (o, contra, LXX) Judá y Jerusalén» (1, 1; 2, 1); y que mientras a Israel llama simplemente «la viña de Yahweh-$tba'ót», a Judá la califica afectuosamente de «plantío de sus -13- 27
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