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726 P. TEÓFILO DE ORBISO, O. F. M. CAP. 422 V. 5: «Pues ahora, os quiero declarar lo que he pensado hacer con mi viña»; lo primero retirarle lo que le sirve de protección, el seto y el muro. Con dos infinitivos absolutos lo expresa enérgicamente: «qui– tar su seto, y que sea ramoneada; destruir su muro, y que sea piso– teada» 50 • En el Salmo 79 (80), que en los vv. 9-17 desarrolla también el tema de la viña = Israel, el orante eleva su lamento al Señor: «¿Por qué has destruído su muro? La devastan cuantos pasan a su vereda. El jabalí de la selva la destroza y las bestias del campo la devoran» (vv. 13s.). Semejantes conceptos en el Salmo 88 (89), 41s. V. 6: Después de retirarle su protección le anuncia su abandono: «La convertiré en un desierto», quedará inculta; no le prestaré los cuidados comunes; «no será podada, ni cavada», y se tornará salvaje, y como en tierra maldita «crecerán en ella espinas y abrojos» 51 • Pero «el amado» no es un dueño como los demás: la última pincelada del cuadro revela su personalidad: «y mandaré a las nubes que no llue– van sobre ella». ¿Qué agricultor humano dispone de la lluvia a su talante y puede dar órdenes a las nubes? El hombre puede lanzar una imprecación, expresar un deseo, como David contra los montes de Gelboé 52 , o con su oración impedir la lluvia o impetrada, como Elías en tiempo de Acab 53 : mas sólo Dios abre o cierra el cielo cuando le place. El es el padre o autor de la lluvia 54 • El mandó a las nubes y llovieron el maná 55 • El cubre los cielos de nubes y envía la lluvia a la tierra 56 ; etc. Esta última nota acaba por descorrer el velo que en– cubría la personalidad del «amado» y que desde el v. 3 iba gradual– mente sutilizándose y haciéndose cada vez más trasparente. El amado, el dueño de la viña, es Dios, al que Isaías llama en seguida con el nombre regio por él preferido, Yahweh-Sºba'ot = Señor de los ejér– citos (v. 7) 57 • Pero la viña, ¿de qué o de quién es símbolo? Esto quedaba todavía entre celajes, sobre tódo para quienes, como los oyentes de Isaías, no estaban dispuestos a rendirse a la verdad amarga de su culpabilidad 50 De la finca o de la viña sin seto dice el Eclesiástico (36, 27): c:Ubi non est sepes, diripietur possessio> (heb., syr. vinea). 51 Cfr. Gen 3, 18. 52 2 Sam I, 21. 53 3 Re 17, 1; 18, l; Jac 5, 17 s. 54 Job 38, 28. 55 Ps 77 (78), 23 s. 56 Ps 147, 8. 57 J. STEINMANN interpreta también esta prohibición de llover hecha a las nubes, del hombre, amigo de Isaías, dueño de la viña: sería simplemente un modo oriental de expresar con una atrevida hipérbole la indignación contra su viña ingrata: «!'oriental est irascible... ; en Orient la colere ne connait point de limites a l'hyperbole : celle du vigneron va jusqu'a donner des ordres aux nuages...> (op. cit., p. 70). -12-

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