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722 P. TEÓFILO DE ORBISO, O. F. M. CAP. 418 «vosotros (los poderosos) habéis devastado la viña» (Is 3, 14). Al ver, pues, ahora unidos esos dos conceptos, «el amado y la viña», es obvio pensar que «el amado» que Isaías tiene en su mente es Dios y no un hombre. Lo dice, es verdad, veladamente, como es propio de la pa– rábola: así la parábola evangélica de la viña 38 presenta al dueño de ésta bajo la semblanza de un padre de familia (ob,ooEa'ltó•n¡.;); pero Jesús al pronunciarla tiene ciertamente en su mente a Dios, su Padre. Mas para algunos, como J. STEINMANN, *B. GRAY (The Book of lsaiah, 1-XXVII, Int. Crit. Comm., Edinburgh, 1912), ese nombre (*yaáia, amado) es demasiado familiar para suponerlo en Isaías, que habla siem– pre de Dios con sumo respeto y usa los nombres. solemnes de «Santo de Israel» (26 veces), «Señor de los ejércitos», «Omnipotente», etc. Además -dicen- el término *yadid no se halla nunca en la Escritura dicho de Dios 37 , sino del hombre, sobre todo del pueblo de Israel, el amado de Dios 38 • Con todo, Isaías pudo adoptar ese nombre insó– lito, *ylidíd, que brotaba como espontáneamente del tema mismo de la viña, transportándolo del sujeto humano a Dios, de la viña al vi– ñador; de la viña que se había hecho indigna de un nombre tan honorífico, al dueño de la viña sinceramente amado por el profeta. El uso de ese nombre al principio de la parábola se avenía muy bien con las exigencias de ese género literario, que por su naturaleza es un tanto enigmático, ofreciendo la verdad entre celajes que sólo con las sucesivas dosis de luz gradualmente proyectada irán disipándose. Así vemos que al descubrir en el v. 7 el sentido de la parábola no dice: «la viña de mi amado es la casa de Israel...», sino «la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel..,», designando a Dios no ya con el nombre ambiguo de *yadid, sino con uno bien conocido y solemne, Yahweh-$' ba' ot. B) LA PARÁBOL~ (VV. P-6) a) Primera estrofa (v. lb-2): cuidados del amado para con su viña e ingratitud de ésta. Ante todo se afirma el hecho: «Mi amado tenía (o tuvo) una viña en una colina muy fértil». Eso significa el doble semitismo, conservado 36 Mt 21, 33 ss., par. 37 Mas si esto es verdad de yadíd, no falta otro término igualmente fa– miliar y amoroso, dod = «amado», «querido», de que está lleno el Cantar de los cantaTes (más de 30 veces), con el cual, al menos en la interpretación alegórica, tradicional, de este libro, se designa a Dios y a Cristo, esposo amado de Israel y de la Iglesia (cfr. A. BEA, Canticum Canticorum..., Roma, 1953). 38 *yiidid, y'didim (= dilectus, dilecti} se dice a veces de algún particu– lar, como de Salomón (2 Sam 12, 25), de Benjamin y de su tribu (Deut 33, 12); pero sobre todo se dice de Israel Oer 11, 15) y de los israelitas (Ps 59 [60], 7; 107 {108], 7; 126 [127], 2). . - 8-,

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