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LA INSTRUCCION "RENOVATIONIS CAUSAM" 255 escatológico, tan difícil de comprender, en especial, para el joven que se prepara para la vida consagrada. Y, sin embargo, es necesario tenerlo muy presente. «Así, pues, la profesión de los consejos evangélicos aparece como un símbolo que puede y debe atraer eficazmente a todos los miem– bros de la Iglesia a cumplir sin desfallecimiento los deberes de la vida cristiana. Y como el pueblo de Dios no tiene aquí ciudad permanente, sino que busca la futura, el estado religioso, por librar mejor a sus segui– dores de las preocupaciones terrenas, cumple también mejor, sea la fun– ción de manifestar ante todos los fieles que los bienes celestiales se hallan ya presentes en este mundo, sea la de testimoniar la vida nueva y eterna conquistada por la redención de Cristo, sea la de prefigurar la futura resurrección y la gloria del reino celeste» ( 13 ). b) Renovación en la formación para la actividad apostólica. Los jó– venes de hoy, tan sensibles a muchas cosas, lo son de modo particular a la dimensión horizontal del amor y del servicio al prójimo, que perte– necen a la naturaleza misma de la vida religiosa. Lo había hecho notar el Concilio: «La acción apostólica y benéfica pertenece a la naturaleza misma de la vida religiosa, ya que el sagrado ministerio y la obra propia de la caridad les han sido encomendados por la Iglesia y deben cumplirse en su nombre» (14 ). La Instrucción, al clarificar y resaltar los valores rle la vida consagrada, pone más de relieve esta dimensión horizontal. La formación para la actividad apostólica, dentro de la vida religiosa, deberá comenzar por poner de manifiesto a los jóvenes que la vida consa– grada realiza esta dimensión horizontal y es de por sí beneficiosa al pró– jimo. Debe insistir en que la vida consagrada es provechosa al prójimo, aunque ésta sea exclusivamente contemplativa; debe demostrar que las religiones no contemplativas están dedicadas directamente a las activida– des apostólicas y benéficas, tales como la asistencia a pobres y enfermos, a los huérfanos y menores, a la enseñanza en todos sus grados, a la acti– vidad social y a la promoción, al ministerio espiritual y al apostolado misionero... , a las actividades que atraen a la juventud. La Instrucción trata muy extensamente del modo de educar a quienes se sienten llamados a vivir su vida en los Institutos dedicados a estas obras apostólicas y quiere que, desde el principio de la vida consagrada, los jóvenes comiencen no sólo a valorar el fin apostólico, necesario a toda vida religiosa, sino a amar y practicar las formas externas del apostolado propio del Instituto en que quieren consagrarse a Dios y al prójimo. De acuerdo con el Concilio evita toda apreciación y expresión que pu– diera inducir a una valoración menos exacta de la vida contemplativa. El documento de la Congregación de Religiosos e Institutos Seculares ha tenido en cuenta que, en muchos Institutos religiosos de actividad (13) Constitución Lumen Gentium, n. 44. (14) Decreto Perfe,ctae Caritatis, n. 8.

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