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LA INSTRUCCION "RENOVATIONIS CAUSAM" 261 de vida, no puede realizarse ,al nivel de las actividades, ni puede ser siem– pre psicológicamente consciente, porque radica en la caridad divina que es vínculo de la perfección y que supera los sentidos» (30). Requiere, por tanto, un ejercicio apropiado que abarque necesariamente períodos de oración, meditación y de estudio, alternados con otros períodos de ac– tividad. En qué consiste la formación durante el noviciado lo describe el nú– mero 15 de la Instrucción, III: en renunciar a todo lo que no interesa al Reino de Dios, en practicar la humildad, la obediencia y la pobreza, en insistir en la oración y guardar la unión con Dios, en recibir con ánimo pronto las inspiraciones del Espíritu Santo, y en prestarse mutua ayuda espiritual en una caridad sincera y abierta. El noviciado es práctica de la vida religiosa, ya que ésta comienza con el noviciado (31) y no con la profesión; el noviciado presupone un período de probación anterior y esa madurez humana y espiritual que debe alcanzarse durante el postulantado. La naturaleza de la actividad aroostólica que se ejercita fuera del novi– ciado, la concibe la Instrucción en orden a adquirir la adecuada prepa– ración para la victa religiosa de un determinado Instituto. «Además de la preparación progresiva a las actividades apostólicas, estos tiempos de actividad formativa podrán tener como fin: que los novicios experimen– ten en circunstancias reales las verdaderas formas de la pobreza y del trabajo; que se forme su carácter; que adquieran mejor conocimiento de los hombres; que se robustezca su voluntad y se desarrolle su, respon– sabilidad en los oficios y cargos encomendados; y finalmente ofrecerles la oportunidad de esforzarse en guardar fielmente la unión con Dios en la vida activa» (32). No se excluye que la formación puede permitir que durante el novi– ciado se realicen algunos estudios (33); estos estudios, aun filosóficos y teológicos, no podrán estar ordenados a la adquisición de diplomas o con miras a una formación profesional (34 ). A más de uno ha podido llamar la atención el que la Instrucción (35) recalque la idea de una cierta separación entre el grupo de los novicios y demás miembros del Instituto. Hay que reconocer que cierta separación es necesaria, no sólo para evitar influjos desorientadores en la educación de la juventud, sino, principalmente, para la cohesión del grupo o comu– nidad juvenil. (30) Ibid., n. 5. (31) Cfr. ibíd., n. 13. (32) Ibíd,, n. 25, II. (33) Cifr. ibíd., n. 15, IV. (34) Cfr. ibíd., n. 2'9, II. Léase detenidamente el número 31 de la In,strucción, donde se describe, de forma detallada, la enseñanza que debe dar el Maestro de novicios, a fin de conseguir que los religiosos realicen su unión con Dios en la actividad apostólica. (35) C'fr. ibíd., n. 28.

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