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260 SATURNINO ARA, O. F. M. Cap. las actividades apostólicas que es excesiva. Naturalmente que,. en los novi– ciados de los Institutos contemplativos, es necesaria la separación del mundo, a fin de habituarse al género de vida que exige la propia fiso– nomía del Instituto y sin cuyo aprendizaje no se llegaría a ser un con– templativo. Ahora bien, sea cúal fuere el .fin peculiar de la religión, el noviciado «tiene por objeto principal el que el novicio aprenda las exigencias esen– ciales y primarias de la vida religiosa, y que en orden a conseguir la perfección de la caridad, se ejercite en la práctica de los consejos evan– gélicos de castidad, pobreza y obediencia que, «por medio de los votos u otros sagrados vínculos asimilados a ellos por su misma naturaleza, un día ha de profesar» (27). Se recuerda en el mismo número de la Ins– trucción que, en los Institutos en los que la ¡acción apostólica y benéfica pertenece a la naturaleza misma de la vida religiosa, los novicios deberán también ser progresivamente formados para entregarse a las actividades que dicen relación con el fin del Instituto, realizando aquella íntima unión con Cristo de la que debe proceder toda actividad apostólica. Es necesario que, en los Institutos dedicados a las obras de apostolado, el novicio se inicie desde el principio, de una manera conveniente, en el género de vida propia de la Familia que ha escogido. Generalmente, du– rante el noviciado, el novicio, dedicado a la propia formación interior mediante la oración, meditación y lectura, tiene peligro de vivir dema– siado separado del mundo. La Instrucción impone la iniciación en obras apostólicas y autoriza a establecer, «a título de experimento, que para completar su formación, los novicios puedan dedicarse durante uno o más períodos de tiempo a algunas actividades formativas apropiadas a la índole del Instituto, fuera de la casa del noviciado» (28). Exige, al mismo tiempo, que, como elemento indispensable de formación, se alternen los períodos de recogimiento y soledad con Dios; éstos, en conjunto, consti– tuyen el verdadero año de noviciado. Recomienda que los períodos de recogimiento se intercalen también durante los años que preceden a la profesión perpetua (29). Nunca deberá olvidarse que la finalidad esencial del noviciado es formar al religioso para vivir una vida de unión con Dios en la acción. «Para con– seguir esta unidad, es necesario tener una noción exacta de la esencia de la vida espiritual y de las vías que conducen a una más íntima unión con el Señor, en un solo amor sobrenatural hacia Dios y hacia los hombres, que se despliega ampliamente ya en la soledad del trato íntimo con El, ya en la entrega generosa a la actividad apostólica. Conviene advertir .a los jóvenes religiosos que esta unidad tan necesaria, ideal de este género (27) Ibíd., n. 13, (28) Ibíd., n. 23, I. Véase también el Decreto Perfectae Caritatts, n. 2, d). (29) Cfr. ibíd., n. 2·5, 11,

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