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"de 1 hoz y de coz" con las realiidades terre– nas como le correspo.nde al franciscano, sin comprometerse con ellas. A continuación el Obispo pasa revista a varios problemas pastorales en su relación a nuestro Orden. En primer lugar -dice-– hay que esfo:rzarse cada vez más para que la Orden Franciscana se u,na más con todas las fuerzas franciscanas y diocesa,nas. Fe– licHa a la Provincia de Valencia, porque en ella ha encontrado la mejor disposición en este sentLdo. Pero -añade~ para insti– tucionalizar estas relaciones mútuas, se re· querirá todavía mucha buena voluntad. Ot~a preocupación de la Orden debe ser la de prestar una atención especial no sólo a la TOF, sino también a la II Orden (Cla– risas y Capuchinas), porque la necesitan realmente. Dice el -obispo que ha visitado todos sus monasterios en la diócesis, y los ha e,ncontrado en g,eneral "muy bajos". Aunque ahora las federaciones les ayudan, necesiitan todavía el apoyo de la Orden; no un apoyo cualquiera, sino iluminador y renovador, porque algunos frailes más bien destrozan o al menos no ,elevan. Porque, si tenemos fe, te1I1,emos que r,econocer como grande la misión de ,esas monjas •en la Igiesia. Pero necesitan de mejor atención y educación, aun humana y laboral; y su– fren a veces graves problemas humanos (in– compatibilidades de carácter; abadesas que nadie puede cambiar ni nadie puede so– portar ... ). No podréis r,esolverles todos esos problemas, pero sí ayudarles. La ünseñanza: tenéis esa actividad de los colegios; pero ¿cómo, cómo, cómo ... ? En España no tienen tanta fama como en Ale– mania ... También en la enseñanza hay que dar testimonio de verdadero, auténtico fran– ciscano. Y fomar Men a los alumnos: que a vuestros alumnos se les ,ectcuentra entre los pobres, dando verdadero testimonio. En España existen dificultades particulares para los colegios religiosos (condicione;; gravosas); pero hay que procurar resol– verlas. Procurad siempre la unión y la buena con– cordia con el obispo. Esto es fácil cuando también el obispo es franciscano. Pero para 68 vosotros de'be ser también fácil aun cua,ndo no lo sea, como lo e~a para S. Francisco. El Obispo pasa a referir algunas de las impresiones que ha recibido durante un largo viaje que redentemente ha realizado por América. Y prosigue: La Orden Fran– ciscana debe ser la avanzaida de la Ig}esia en aqueH-os países tan necesHados. Hay qw~ sentir i,nmensa pena por aquellos pueblos hispano- y lusoJhablantes que crec·en tanto y son la futura ,esperanza del mundo, pero que carecen de brazos que stembren y re– cojan la semilla evangélica. La despropor– ción que existe entre el clero de allí y de España es pr 1 eoc.upante y vergonzosa. En España las cristiandades está,n bien aten– didas si no es p-or defidencias de los mi– nistros, pero allí f:allan por absoluta falta de dero. Por eso yo he vuelto con propó– sito de hacerme Heraldo en favor de aquellos católicos que son la casi la mitad del mundo ca•'.ólico y pronto serán más de la mitad, y que ahora están en grave peligro de caer en el comunismo. El Sr. Obispo concluye su aloculCión dando su bEmdición, al par que pide oraciones "por este pobre terciario franciscano, a quien han hecho Obispo y ahora, para com– plicarle más la vida, Vicario Capitular de la diócesis". Tras estas palabras, y los aplausos con que todos los presentes las acogieron, quedó clausurado este Congreso hispano-lusitano sobre la "renovación de la vida franciscana a la luz del Concilio Vaticano II". Era el anochecer del 2 de enero de 1967. A la ma– ña,na si:guiente, los congr 1 esistas nos disper– sábamos en todas las direcciones de la pe– nínsula para volver a las respectivas resi– dencias. Con nosotros llevábamos todos, sin duda, el grato recuerdo de aquellas frat•ernas convivencias de es:u:dio sobre nuestra vocación franciscana, y las muchas ideas aprendidas o esclarecidas en los diá– logos animados de aquellos dbs. Fr. Tomás Larra,ñaga (Via Merula,na 124, ROMA 4)
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