BCCCAP00000000000000000001149

problemas en ouanto a su coíllcepto y mé– todos. Los mismos predicadores se sienten insatisfechos y desorientados. Los enormes cambios de la sociedad moderna (gral!lde promoción social, escolar, industrial, técnica, informativa y propagandtística ... ) han dro– gado al hombre, haciéndolo casi insensible a la religión y la moral: ¿cómo evangelizar ahora? La predicación tendrá que coger al hombre moderno con sus preocupaciOines más actuales y profundas. Para esto se requiere un trabajo previo de nuestros teólogos en el senttdo pastoral y kerigmá– tioo: para formar y orientar deb1damente a nuestros p•redicadores, y publicar obras con soluciones a los problemas modernos a base de nuestra filosofía y teología. El contacto franciscano con la cultura, que comenzó desde los oríge1I1es de la Orden (París ... ) no se puede descuidar. Es también de mucha importancia la ani– mación espiritual de ]a grande familia fran– ciscana: II Orden, III Orden Regular y Secular, etc. 3•) Misiones entre infieles. Aunque la Orden no sea formalmente misionera, de hecho tiel'Ile la 5• parte de sus frailes en misiones. Pero el grande cambio de circuns– tancias plantea graves problemas de mé– todos y estrategia: a) ¿cómo presentar al pagano moderno, civilizado o en vias de serlo, el mensaje evangélioo?; b) ¿cómo garantizar perpetuidad y continuidad a la presencia cristiana? Parece necesario: a) in– sistir más en la evangelización, anteponién– dola a la sacralización, de do!llde la urgencia de] catecumenado; b) presentar el mensaje cristiano en términos actuales, tomando las preocupaciooes del hombre y las categorías de pensamiento de cada pueblo; de donde la necesidad del diálogo con las clases más cultas aunque no cristianas, que puede asu– mir mayor importancia que la catequización U!llo por uno; •C) que el: misionero asimile las culturas locales y se int•egre en la vida de los pueblos; d) crear estructuras no sólo jerárquicas, sino también de laicado; e) promover una mayor presencia de la refle– xión teológica en 1a dinámica misionera. 4•) Apostolado entre los más alejados: los ateos, anticristianos, afiliiados a sectas acatólicas, a otras religiones ... Está poco desarrollado todavía entre nosotros. Pero tanto por las características del espíritu 52 francisca,no oomo por la sugestión que pro– duce la experiencia apostólica de N. Padre, debe ser éste uno de los apostolados prefe– ridos de la Orden. C) Dificultades entre el apostolado y la vida regular. La participación de la Orden en el ministerio puede traer problemas graves: 1 9 ) El problema de las opciones. ¿ La OJ:1den es ante todo para el testimonio o para ministerios? Y en cua,nto a éstos, ¿debe limi– tarse a un determinado ministerio? ¿habrá ministerios más o menos conformes a nues– tro espíritu? ¿qué prioridad ha de estable– cerse? ... 2 9 ) La estructura de la Orden. La histo– ria operó de hecho una opción con la preva– lencia del elemento clerical y de los mi– nisterLos sacerdotales. Hoy muchos lo la– mentan porque produjo un desequilibrio en la fraternidad (¡prnblema de los Herma– nos!) y nos alejó de las formas de encarna– dón en el mundo. ¿Será posible y conve– niente restablecer el equilibrio primitivo? Es i!lecesario al menos que la conciencia de nuestra vocación deje en penumbra las di– ferencias de la clericalización, con una adecuada educación de todos. 3 9 ) El oscurecimiento de la vocación re– ligiosa. La intensidad de la pa:rücipación en los ministerios de apostolado tiene el p,eligro de hacer pensar que el servicio mi– nisterial está por e1I1cima de la vocación religiosa, de suerte que el saoerdote reli– gioso se considere como un simple sacerdote secular. Y lo más grave es que este fun– cionalismo apostólico ti-ende a informar nuestras mismas es•tTUcturas. 4 9 ) El apostolado y la vida interior. No es sólo cuestión de horarios, especialización de comunidades, estructuras de trabajo ... La actividad puede transformar el propio ser espiritual del hombre dándole como una personalidad diferente; y así una participa– ción muy intensa en el apostolado puede formar un individuo estructuralmente acti– vo y extrovertido, que después se ve for– zado a encuadrarse en unas estructuras de vida interior ,que, en nuestra Orden, son de tipo monástico. Es necesaria una formación religiosa adecuada, que capacite a encontrar a Dios en los hombres, en la actividad; hacen falta estudios sobre la espiritualidad de la acción. ¿No será posible revisar Ia naturale-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz