BCCCAP00000000000000000001149

S. Francisco la vida de piedad del francis– cano en su vida individual y comunitaria. Para erlo, oo,nsidera en cada parte 3 aspec– tos: 1) centros de interés, 2) ejercicios o actos de piedad, 3) caract,eristicas y notas. Al La piedad católica según el Concilio. El Vaticano II ha marcado en este punto gr.andes adquisiciones. Es muy arriesgado pretender sinteti'zarlos, cuando de suyo ha– rian falta varios volúmenes paira ello. He aqui una panorámica superficial: 1) Centros de i,nterés: a) Dios Uno y Trino; 2) Cristo Mediador, como ·redentor de los hombres y centro del culto al Padre; sobre todo en la Pascua; c) La Virgen, aso– ciada in'timamente a Cristo. 2) Actos de piedad principales: a) La Liturgia, sobre todo la Eucaristia: tanto en l.a teología como en la práctica, sea para sacerdotes y re]igiosos, sea para se– glares; b) La Palabra de Dios, escuchada en las acciones litúrgicas y meditada: la "segunda mesa" para alimentar la vida cris• üana; ,c) La oración, illeoesaria junto con la Liturgia: personal, litúrgica, común; de adoradón, acción de gradas, impetración ... 3) Cairac'terísticas: la piedad es objeti• va y sujeti.va , bíblica, cristocéntrica, esca– tológica ... B) La piedad franciscana. 1) Centros de interés: a) JESUCRISTO: es ya un tópico que toda la vida de S. F·rancisco .gira en torno a J.esucristo (lo cita unas 224 veces en sus pocos escritos, según la ed. de Quaracchi). Por lo que sobre todo interesa examinar el modo en que 1o consideraba. Vela a Cristo completo: Dios y h'Ombre. No olvidarlo po,r insistir dema– siado en la humanidad: de hecho S. Fran– cisco lo cita en sus escritos como "Hij,o de Dios" unas 28 veces, simplemente como "Señor" unas 70 veces; aun la misma huma– nidad la considera como el sacramento de la divinidad. Lo ve también completo en cuanto a su existencia terr,ena, destaca,ndo los principales misterios de su vida: la en– carnación (como salto de la grandeza divina a la fragilidad humana), y el misterio pas– cual (no sólo en su lado doloroso y mortal, sino también en su aspecto glorioso y triun– fante, como lo testimonia su Oficio de la Pasión; destacaba su obediencia al Padre y su amor). Lo ve completo también en 46 sus funciones en la historia de la salvación: como Mediador (en sus escritos usa unas 10 veces la expresión "Cristo p.or nosotros", y otras tantas "Cristo para nosotros"); como pobre (éste era sobre todo el Cristo de su devoción,); como concreto y actual, no lejano y abstracto: un Cristo que com– promete y "fastidia", que está presente. Esta prese,ncia de Cristo la ve en los sacra– mentos (en los siete, sobre todo en la Eu– caristía; en la Ig1esia, en los pobres, en los sacerdotes, en las criaturas todas); en su Palabra y en su Evangelio, pero no como escuchador sor,do, ,sino oon afán de cum– plir todo (no imp,orta la cuestión de su li• teralismo, ni la de su correspondencia a la exégesis moder,na; lo imprntante era su actitud de cumplir en seguida lo que de hecho viene requerido por el Evangelio). b) La TRINIDAD. Cristo mismo es para el Padre con ,el Espíritu Santo. N. Padre ve a las tre's Personas interviniendo en nuestra vida. Por sus escrit,os se puede construir una teologia trinitaria. Es importante par– ti'cularmente su sentido de la trascende,ncia divina, tanto como el de su humanidad: Dios es el Absoluto (el Altisimo, el Omnipo• tente ... con tantos adverbios y adjetivos (le mucha fuerza para expresar su singulari– dad, su exclusividad), el Bueno. De esta absolutez de Dios arranca la espiritualidad de S. Francisoo. e) La SS. VIRGEN. Son particularmente significativas las dos oraciones de N. Padre en honor a la Virgen, que considera en marcada relación a la Trinidad. La ve den– tl'o de la hi'storia de la salvación, y en función de nuestra salvación: pues nos dió a Cristo como hermano nuestro. 2) Actos de piedad franciscana: a) La S. MISA. Es innegable el hecho de que ella constituye el acto oe,ntral de la piedad fran– ciscana, aunque no lo diga en la Regla. Si ho padia asistir a la Misa, s,e hada leer el Evangelio del dia. La consideraba como Dios obrando en nosotros, no como repre– sentación estática (cosificada) de la gracia: como movimiento de humillación de Cristo, en que tenemos que conectar,nos; como don divino que nos reclama nuestro don personal. No hay datos sobre el modo en que la pri– mitiva comunidad franciscana participaba en la Misa; sólo el famoso texto en que S. Francisco quiere que todos los frailes, aun

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz