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~) Pobreza tormati.stica y :real El ponen– te pr-opone otro problema: -Todos necesi– tamos superar una problemática de formas para ,ser pobres rea1es; y por tanto, buscar nuevas formas de pobreza, abandonando algunas que tenemos institucionalizadas por la tradición. Para esto, necesitamos cambiár mentalidad; p.ej . no basta tener que p,edir permiso: con todos los permisos se pued~ no ser pobre real, como insLnúa tambiéh el ConcHio. Necesitamos clima de refo!lma general, sin circunscribirla a la sola pobreza; una tal reforma nos traerá, como en otro$ tiempos, nueva floración religiosa y apos– tólica. Para todo esto, nos haoen faHa experiencias nuevas a base de un auténtico clima evangélico. Por ejemplo •los santua– rios son un modo de instalarnos: en ellos damos algo, pero generalmente es más lo que recibimos; si los cediésemos a los obis– pos, darfamos verdadero testimonio ... -Sal– ta una pregunta: ¿Cómo p-od-riamos sostener entonces los seminarios? -Pero hay quien parece asentir: Todas las instituciones for– malisticas disgustan a los jó-venes; exigen autenticidad. . . -Otro en cambio es del parecer que nos estamos denigrando. dema– siado, que en realidad somos más pobres de lo que decimos, pues siempre andamos apurados económicamente. Algunos dan muestras de asentimiento a esto; pero otros protestan. Alguien consignará más tarde una nota escrita, en que ,solicita una "revi– sión sincera y valie,nte del concepto juridi.co de la pobreza, acentuando su carácter de testimonio y prescindiendo 1o más posible de la problemática pasada". El ponente prosigue: -¿Cómo hacer real nuestra pobreza? Yendo a los pobres para aprender de ellos, como respondió un obispo en el Concmo. No propugnar una pobreza prefabricada, que nos dé sus favores y no sus pesos. Actualmente la pobreza real en los paises desarro]lados significa: piso pe– quefí.o, ,sin apenas separación del vecindario (oyéndose todos los ruidos ... ), con agobio para pagar •el alquiler mensual, sin como– didades, en estado habitual de emigrantes ... En dos tercios de la humanidad significa 1 alig'o mucho peor todavía: hambre, desnu- trición, taras, enfermedades, inseguridad plena para el futuro, falta de toda defensa ... Pero no reduzcamos demasiado la pobreza a lo externo, ni pretendamos simplemente "dar testimonio". Seamos, s,i, pobres; pero además indefensos, despreciados. . . Debe– mos promover la elevación social de los demás; pero a nosotros nos toca nivelarnos con los más pobres. -Uno objeta: Al hom– bre no le atrae el testimonio de la pobreza como tal, sino e] de la oración. De la pobre– za buscada la .gente hoy se nas rie; en cambio atrae el hombre de Dios. ~El ponen– te replica: Pero el hombre de oración ¿con– vencerá sobre la autenticidad de su espíritu sin ser pobre realmente? -Sale un tercero a responderle para apoyar al anterior: El hombre necesita ver en nosotros ante todo fe y ·abandono en la Providencia. -Sí, mientras andamos con auto y a todo con– fort -afí.ade una voz irónica. E] ponente continúa proponiendo sus pu111- tos de vista: -A una pobreza real corres– ponden ahora: 1) La inseguridad o preca– riedad: nada de explotaciones bancarias (sin rehusar lo que nos corresponda como fruto de nuestro trabajo). El capitalizar es contrario al espíritu de S. Francisco; pero no se le oponen los s-eguros y otros medios de que usan también los pobres. Lo funda– mental: s,er peregrinos, no instalarse aquí abajo ... 2·) E:l trabajo: tenemos que vivir de él. 3) La limosna: si significa vivir a costa de otros sin trabajar o para vivir mejor nosotros, no; pero si nuestro trabajo no es retribuido ni puede serlo (el conf-e– sonario ... ), podemos vtvir también de li– mosna aun en los tiempos actuales: la men– dicación no molesta si se sabe que se pide por auténtica necesidad. En cambio, urge abandonar ciertos sistemas de p•edir, sobre todo en las Iglesias·. . . 4) Ir a los pobres. 5) Revisión leal de estructuras: ¿cuáles? cuestión peliaguda; p-ero debemos lanzarnos a ello. 6) l\'.tedios pobres de vida y de acción. Podremos también usar los medios de comu– nicación social (emisora de radio... ), pero sin que pertenezcan a la Orden. Contra esto último hay quien protesta. Y cita algunos casos concretos de me.di- os costosos organizados en varias Provincias de la Orden por los frailes, qu~enes, usán– do]os debidamente, realizan una gran labor social y dan buen testimonio. Otro congre– sista sugerirá más tarde en una nota escri– ta: "Los vestidos, edilicios, uso de medios modernos de apostolado estén informados 41

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