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él, el de,, justicia y caridad, y en la misma linea, la idea de que nuestra pobreza nos vincula a Cristo, pobre en el pobre y soco– rre a Cristo pobre en ,el pobre. El diálogo: Es el mismo P. Lázaro Iriarte quien se encarga de orientar y moderar este diáolgo sobre la pobreza. Empieza por poner 1a maino sobre la llega de nuestra pobreza, siÍ\ tapujos: -En la llamada tan fuertemente sentida en la actualidad en favor de l.a pobreza en la Iglesia, ha faltado la voz de los franciscanos: hemos sido simples ex– pectad'ores. S. Fmncisco aparece muy .ac– tual; ¿pOT qué no también la Orden? La gr.ande crisis de la Orden es que nuestros jóvenes ITTO se fían de nuestra institución, aunque se interesan mucho por el ideal franciscano, incluso más que antes (refiere su experiencia en su Colegió de S. Lorenzo de Roma). También en la Orden hay quienes se interesan vivamente por el ideal fran– ciscano; nuestros franciscanófilos (PP. Esser, Grau' ... ) han trabajado bien: sus estudios son serios y muy actuales. Pero padecemos una crisis muy interiJ.a: no sólo otros, pero aun nosotros mismos no creemos y.a en nuestro tdeal. Suena .a auténtico re– p,roche dirigido a la Ovdein l.a observación hecha por Pio XII en un discurso a los Ca– puchinos: no está bien defender la pobreza con buenas palabras, pero pisotearla con los hechos. ¡Este es el problema! 1) La referencia que el P. Lázaro ha hecho a la desconfianza de los jóvenes en nuestra institución desencadelll.a entre los congresistas una polémica sotbre nuestros jóvenes ante 1a pobreza de la Orden. Algunos muestran mucha desconfiainza sobre la sinceridad de los j,óv,enes actuales. Co·mienza uno por preguntar si muestran un interés verdadero por volver a S. Francisco. Otro añ.ade que en todo caso, son eUos los últimos en la práctica; cree que muestran, si, interés por las cosas externas, pero que rehuyen el verdadero sacrificio, les falta UITTa auténtka generosidad. Se levanta un tercero a comp,letar esta misma impresión: -:-Por t,eorias SO'bre el "testimonio", por ciertos slogans algunos están di,spuestos a ciertos trabajos que relumbran, pero no comprenden ]a razón de un sacrificio interno o no briUant;e; están dispuestos, p. ej., a trabajar con los obt-éros, p·ero rehusan un servicio por la propia comu.nidad ... Pero no faltan quienes ·tratan de respon– der sucesivamente a cada una de estas acu– saciones para defender la sinceridad de los jóvenes: S[ -se responde al primero- los jóvenes tiene verdadero interés por el ideal de S. Francisco, pero entroncándolo en las fuentes generales de la teologia bíblica. -En cuanto a la práctica, se dan varias respuestas: -No son santos todavia, ni puede exigirse-les; pero muestran algunas disposiciones óptimas. . . Rechazan ciertas cosas que se les preseintan como formalida– des tradicionales, pero las aceptan si las ven como formas auténticas... Los no– vici.os (es un maestro quien lo dice) no salen santos, mas si con buenos ideales; pero es la institución misma la que los mata, porque poco a poco se van acomodando a la mediocridad que se vive en l.a institu– ci61ll.. . . De hecho los jóvenes actuales se muestran muy dispuestos a todo trabajo, aún en favor de la comunidad; mucho más que en · nuestro tiempo (fi'isa por· los 50 quien lo dice) ... Otros buscan un juicio -equíliibrado entre acusaciones y encomios. Dice uno: -Hay que hacer justicia a los jóvenes. En sus impulsos hay mucha autenticidad, funda– ·mentalmeoite; están sinceramente deseosos de e-osas buenas. Pero sico1ógicamente no son fuertes tO'davia, aunque ellos creen serlo, por falta de consistencia interior, de madurez. Además, rehuyen demasiado algu• nos deberes duros, sobre todo el estudio serio. -Otro afiade: En los jóvenes actuales falta ,espirHu de sacrificio y entrega. Pero en muchas cosas .son mucho mejores que 111osotros: más serviciales, más sensibles a los intereses de 1a comunidad. Pero, siqui– camente déibiles, fallan más que nosotros cuando se r-equLere un sacrificio continuado; exigen más comodidades ,que ,nunca: cale· facción, etc. (Alguien replica: -también los profesores de ahora exigen la calefacción más que los de antes.!) ... Pero hay quien por fin centra de nuevo la cuestión advirtiendo justamente: -Fal– tando aqui los jóvenes, somos injustos al criticarlos ast Vollvamos a nuestro proble– ma: ¿es capaz la Orden de resolver el pro– blema de los jóv,enes viviendo la pobreza de suerte que pueda dialogar con ellos? 39

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