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Pero hay quien no ve resuelta toda la cuestión sóTo con esa distinción, pues hace notar: -.Aun aceptando la segu,nda hipó– tesis, cabe preguntarse qué clase de minis– terios pide la Iglesia a la Orden: ¿cualquier actividad, o primariamente un testimonio determinado? -Aquél responde: Es cuestión de preferencias. -Pero el otro insiste: Por ejemplo, los benedictinos pueden pregun– tarse si primariamente so,n para la vida litúrgica comunitaria o también para un ministerio personal. Semejante pregunta se hace nuestra Orden: cierto que está siempre al servicio de la Iglesia, pero ¿cómo? ¿primariamente?, de suerte que podamos i:enunciar a algo de nuestro espí– ritu por l:a Iglesia, o ante todo debemos defender nuestro testimonio peculiar? -In• tervie,ne un tercero: S. Francisco al principio se opuso al Card. Hugolino porque quería dedicar a los fraUes a ciertos ministerios, pero luego fue cedi,emlo a las varias insis– t,encias que le llegaban. -El anterior insiste todavía en l:a cuestión: Cierto que si la Iglesia nos pide un determinado minist•erio, debemos aceptarlo (como los Capuchino1s aceptan ahora parroquias por indicación de Pablo VI); pero ¿pueden los supe,riores de la Orden por su cuenta coartar los carismas personales por atender a estructuras orga– nizativas? ... El P. X sugLere una nueva perspectiva: -Se puede aclarar el prnblema propugnan– do los "medios pobres" (no en el sentido de "baratos" ni de simpfos instrumentos, sino en ,el sentido francés de "milieu": co•n– diciones exist•einciales de vida ... ). En ellos lo fundamental no es tanto el obrar, sino ser; y se refier•en sobre todo a la Palabra y los Sacramentos. Así no hay oposición entre apostolado (función) y testimonio; porque estas funciones s,e .ap,roximan .al tes– timonio ... -De replica el P. Z: Está muy bien lo carismático, pero para los verdade– ros carismáticos. ¿No ,es, e,n ca,mbio, utó– pico quererlo para 26.000 fraiLes? ¿O es que todos estamos Henos del Espíritu Santo? E.n la realidad se impone la necesidad de or,ganización en 1a Orden. -Te,rcia el P. Y: La necesidad de organizar la Orden fue ya real para el mismo S. Francisco; pero al mismo tiempo había también comunidades vitales de carismáticos. -Vuelve a levan– tarse el P. X: Bi!e1n, necesitamos organiza c10n. Pero ¿a dónde vamos más de hecho: hacia la planificación o hacia el te,stimonio,?: p.ej. en la aoeptación de parroquias, en la organización de colegios, etc. no se tiene en cuenta la libertad para los carismáticos. Nos hacen falta comunidades pequeñas de testimonio de fe ... Surge una nueva voz: -Todos te,nemos carismas. ¿Pero oómo individuarlos y re– conocerlos para el servicio de la Iglesia? -Se le responde: Le toca al superior veri– ficar los carismas. Así lo insinuaba ya S. Francisco (en la obediencia para misiones), y así lo declara expresamente el Concilio. Se cierra este punto, (por el momento, porque volverá a aparecer en la cuestión siguiente, lo que indica cuánto sea actual) con una llamada picare,sca al sentido realís– tico: -Esta cuestión tiene mucho de teórico. El trabajo (el ministerio) exige continuidad; pero hay carismas que cambian cada mes ... 3) ¿Conviene fomentar pequeña,s comu– nidades-piloto para ensayar experrencias de 11evisión de vida, trabajo en equipo, etc.'? Abre la serie de intervenciones un predi– cador de Misione,s populares. Lamenta que los superiores de su Provincia no hayan accedido todavía al deseo, manifestado desde haoe tantos años, de crear µn equipo de misioneros que trabajen ,en común desde wn cent,ro, incluso sacrificando otras activida• des ... -Otra intervención: Los jóvenes de su Provincia comienzan ya con estas expe– riencias; aun llegarán a vivir en casas pe– queñas o en barracones, sin casi superior, para dar testimonio. La revisión de vida es posihle aun en grandes conventos, pero por g,rupos de 8-10 religiosos. Esto deberla entrar entre las conclusiones del Co,ngreso. Siguen divers,as intervenciones: -Que se formen grupos no tanto de apostolado, sino sobre todo de formación espi,ritual. Incluso entre fraihes pertenecientes a comunidades distintas, pero co,n posibilidad de reunirse de vez en cuando. Experiencias en este s,entido se están ya haciendo en la Orden ... -Aun entre monjas ~agrega otro, el cual continúa--: Un mínimum de equipo habría que constituirlo en cada commnidad, para llegar a planificar en común las actividades de la casa. Es necesario que el superior provoque la colaboración .activa de todos, en cuanto sea posiMe; pero la última deci– sión compete al superi:or. -Y refíere el 35

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