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humildad y caridad explican todo. El estu– dio citado no vale mucho. Otro intenta una clarificación: Hay que distinguir -dice- dos modalidades e,n la po– breza: 1) la actitud de S. Francisco ante Dios, con aquella conciencia de la trascen– dencia divina (¡el Sumo Bien! ... ) y de la propia nada, desembocando en un senti– miento de plena confüanza e,n ET; 2) la po– breza como imitación de Cristo, y Cristo Crucificado: por tanto, como cruz, como penitencia. ¡No hay que mat,erializar de– masiado la pobreza! El ponente reafirma que los conceptos de pobreza y humildad se funden. Esto perte– nece a la teologia general sobre la pobreza; S. Francisco destaca en ella, como elemento "punge.nte" (italiano) la cruz. 4) Este debate sobre la pobr,eza, aducida como ejemplo, pone de manifiesto el proble– ma general, que uno plantea aqui expre– samente: -Estamos examinando no la teo– logia de la pobreza sino del franciscanismo. ¿Todo lo dicho no se aplica a cualquier cris– tiano? ¿Qué es lo específico nuestro? Respuesta: ~Si esto es común, es que nos encootramos en el meollo del cristianis– mo. La misión del franciscanismo es, preci– samente, la de manifestar proféticamente lo fundamental de la Iglesia. Pero se vuelve a proponer la cuestión: -Si el profetismo es común a la Iglesia y ,el carácter sacramental también, ¿cuáles son las nota,s ese,nciales de la vida religiosa en cuanto disti:nta de la vida cristiana común? ¿Y cuálies las de la vida franciscana en cuanto se especifica dentro de la vida religiosa general? ... -Más tarde se pregun– tará iguafünente: Si nuestra forma de vida es vivir el Evangelio, que es común a todos, ¿ cuál es lo especificamente fra,nciscano? ~Otro al final de tantas discusiones, pedirá todavía una "conclusión común". El ponente responde: -Se discute sobre la naturaleza especifica de la vida religiosa, porque el Vaticano II no la ha determinado. Mi parecer es que ésta se constituye de dos aspectos complementarios: la vida reHgiosa 1) manifiesta la trascende,ncia del Reino de Dios, 2) lo visibiliza, lo sacramentaliza como signo. Otro tanto puede decirse del fran– ciscanismo, pero referido a un aspecto pe– culiar: debe ser signo del sacrificio de la cruz, lo que lleva a una vida con proyec- ción profética y redentora. La Orden Fran– ciscana, por tanto, se diferencia específi– camente (,no en sentido absoluto, po,rque se trata de carisma común a la vida religiosa) en cuanto visibiliza el valor redentor y sa– crifücal, sacerdotal, de la vida cristiana. El amor, la humildad, la pobreza, son virtudes fundamentales cristianas, que el francisca– nismo patentiza como cruz, como unión con Cristo Crucificado. Conck.sión: En la vida franciscana la práctica de la pobreza, humildad y caridad debe ser visible y crucificante. -Uno pregunta: Entonces ¿cuántas franciscanos verdaderos hay? -Alguien responde: ¡todos los santos cris– tia'nos! -Otro presenta un enfoque diverso del problema: Conceptualmente en el cris– tianismo cualquier punto puede explicar todo; las diferencias parecen sólo existen– ciales. Así, en cuanto a espiritualidad, yo podría decir igualme,nte "N. Padre S. Frnn– cisco" como ''N. Padre S. Ignacio", como también suelo decir que mi P. Guardián de hecho manifiesta más vocación laical que mi madre. ¿Un sicólogo puede expli– carnos bajo el punto de vista existencial las diferencias que la Teologia no puede expli– ca,r conceptualmente? -Salta en diplomado en sicologia: La Sicolog.ía, efectivamente, parte del individuo, y no de los co,nceptos como la T.eologia. El individuo ·responde a Dios con toda su personalidad: cada uno a su manera, pero sin diversificarse coneep– tualmente. El individuo vive cualquier ca– risma con su propia personalidad ... -Rep]ica el ponente: Nosotros conocemos la realidad sobr,enatural por la fe. E'l indi– viduo la recibe a su modo. Pero ,no hay que confundir el carisma, que es algo sobre– natural, con lo mágico. Los carismas, diver– sos en si, tienen unidad en el Espiritu Santo. El carisma institucionalizado agrupa los individuos según su función social. Lo que existencialmente es diverso, el teólogo trata de unificar1o segú,n sus valores uni– versales ... Para concluir, hay quien, con los documen– tos conciliares en la mano, advierte que la noción propuesta sobre la vida religiosa es defectuosa y demasiado vaporosa, porque no se ha resaltado la profesión de los oon– sej os evangélicos. -Se responde que esto se ha tenido en cuenta al presentar la vida religiosa como u.n estado permanente, como 19

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