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!oque bfblico: la vida -comunitaria de la cristiandad primitiva de Jerusalén, a la que corresponderla la vida monacal; y la vida itinerante de los Apóstoles con Jesús, que constituiría er tipo de v<ida de los Mendi– cantes. Este doble enfoque aparece muy tarde: en el siglo XX. Por otra parte, su– pone simplificar demasiado la realidad his– tórica el presentar la imitación de Cristo e,n los tres primeros siglos como reducida al martirio; era mucho más rka ya enton– ces ... El ponente trata de responder por partes: Cree que su exposición está basada en los escritos de S. Francisco, aunque no ha podido citarlos por falta de tiempo. El empobrecimiento que aparece es debido sim– plemente a que por la misma razón ha debido contentarse con las indicaciones más genéricas. Para la documentación histórica hay estudios criticas, como los de Mandon– net, etc. En la historia es habitual que 1a reflexión explícita sea poster•ior a los he– chos: primero se da lo carismático concre– tamente vivido, y sólo más tarde viene su justificación teórica. Así sucedió con S. Francisco y también coill el monaquismo anterior. Pero apenas se le deja tiempo para la res– puesta completa, porque ya salta otro pro– blema: 2) Ha tratado de literal el evangelismo de N. Padre. Precisamente él -observa uno– rompió el literalismo de otros movimientos reformistas que por su literalismo deforma– ban el espíritu evangélico. En algunos pun– tos (descalsez, ayunos, ... ) S. Francisco pro– cede con moderación (parece recordar que el sábado es para el hombre y no viceversa). En otros puntos ha absolutizado más que el Evangelio: p.ej . en la prohibición del dinero sobrepasa el ejemplo de Cristo (Este y los Apóstoles usaron la bolsa). E'l literalismo en S. Francisco no es tal, y conscientemente (en plan de broma, el objetante se pregunta qué hubies-e hecho N. Padre si, al abrir la Escritura, le hubiese saltado el texto de Isaías 4, l. .. ) . El ponente responde precisa.ndo el sentido del "ad litteram, sine glossa" de S. Fran– cisco como r,eacción a las glosas del tiempo, que explicaban el Evangelio en sentido sola– mente espiritual. En cambio él pedía una 18 o·bservancia literal, lo cual no se debe con– siderar como un demérito ... Mientras tanto el diálogo ha tomado u,n desarrollo excesivamente desordenado.. Opor– tunamente se interrumpe la sesión para unos momentos de descanso. Al retorno, la dis– cusión sobre el literalismo evangélico desem– boca a un problema más concreto: 3.) La pobreza. Tratando de hacer teo– logía sobre la experiencia -espiritual de S. Fra,ncisco, a base de sus escritos, que son pocos, y de sus primeros biógrafos, el po– nente aduce el ejemplo de la pobreza. N. Padre pensaba en una élite cuando la pres– cribió; y la prescribió no en sentido mera– mente espiritual, sino real; y en la forma en que entonces era realmeinte posible. Después su fraternidad se hizo masa, y sobrevinieron los choques. En la Regla definitiva le obligaron a suprimir el c. XIV de la de 1221. Más tarde s,e sucedieron las reformas y adaptaciones. Con S. Buenaven– tura se explica la pobreza francisca.na como "sacrifica!", de expiación: S. Francisco es como el "siervo de Yahveh"; realiza una misión sacerdotal, como ministro de la cruz. Esto es lo que hace fecundo el francisca– nismo: el testimonio de las virtudes cruci– ficantes. Su característica, por tanto, es la vida crucificada, de renuncia, despoj,o, ser– vicio. . . (de aquí la actitud para el diálogo, el amor de las criaturas, de la belleza, etc.). Esta explicación del franciscanismo está todavía en formación. Pero se encuentra ya en S. Buenaventura. Su fundamooto es cierto: el valor corredentor de la viida cris– tiana como dolorosa (cf. la "Paenitemini" de Paulo VI s,obre la nu,eva disciplina pe– nitencial). Se le objeta que esto que afirma sobre la pobreza expiatoria, de suyo puede decirse de toda virtud: se puede explicar toda la realidad antigua y moderna desde cualquiera viirtud. En los escritos de N. Padre se habla relativamente poco de la pobreza, y mucho de la fraternidad y el amor, como lo prue– ba un estudio fenome,nológico publicado so– bre las palabras emp1eadas por S. Fran– cisco. Respuesta del ponente: Su explicación la daba ya S. Buenaventura; él ha añadido lo referente al valor expiatorio. En realidad, las actitudes existenciales de la pobreza,

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