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se própusó y Ío expTesó su Fund,ador; 3) Participación activa en la vida de la Igle– sia; 4) Mejor y más profundo conocimien– to del hombre; 5) Renovación interior de todos y cada uno de los religiosos, como fuente y origen de toda renovación eficaz y fructífera de los institutos: pues ésta reno– vación es imposible si no se logra la for– mación de una nueva mentalidad en los reliigiosos. En cuanto a la adaptación según las exi– gencias de la realidad presente, se requieren particularmente: 1) Respeto por la persona humana. Esto exige, p. ej., que la obediencia no se imponga sólo con fundamentación ju– rídica, sino por razones objetivas; que se adapte.u ciertas reglas, constituciones o prácticas religiosas; etc. 2) Solidaridad y espíritu de cooperación. Pues sin colabora– ción de todos los reUgiosos es imposible la renovación de los institutos: las decisio– nes competen a los superiores, pero tras de haber consultado a los súbditos. Precisa buscar modos para responsabilizar a todos. Pero ha de procederse sin precipitación: puede ser peor el remedio que el mal. El ponente concluye señalando, como criterios peculiarés, las normas que el Ge– neral de la Orden, Rev.mo P. Sépi,nski, es– talbleció para la revisión y adaptación de nuestras Constituciones Generales. E in– siste en que es absolutamente necesario, para que nuestra adaptación sea legítima y eficaz, un cambio de mentalidad. Esto re– quiere un trabajo frío y conci,e,nzudo, pero sin prejuicios ni precipitaciones, de suerte que se vaya creando clima favorable p,ara que cuaje en saludables frutos la nueva mentalidad canonizada por el Concilio. El díálogo: Replantea varios de los puntos propuestos o insinuados por el P. Balt,ar. Anotaré los siguientes: 1) U.no lamentó la precipitación con que la Orden qui-er,e darse en poquísimo tiempo unas nuevas Constituciones hechas y dere– chas, sin haber dejado tiempo a experien– cias previas; y contrapuso el ejemplo de la Iglesia que, ante,s de proceder a 1a reforma del Derecho Canónico (que se prevé aún lejana), permite ensayos y experiencias, que luego servLrán de fundamento para la ,nueva iegislaci6n generai; y, mientras tanto, pró– cede a base de decretos particu1ares. El ponente comparte esta actitud. Pero otro explica que en esto la Orden obra así por imposición de la S. Sede. Y lo cree oportuno por el principio de subsidiariedad: la S. Sede, a diferencia del sistema prece- . dente de ordenar todo desde árriba, ,ahora quiere que los organismos inferiores t'Omen la iniciativa, que después el derecho común podrá corr•egir, sancionar, universalizar: el pastor no precede, sino que sigue por detrás a fas ovejas. El mtsmo objetante recuerda, además, como una característica de nuestro tiempo, la mentalidad de lo prnvisorio: no podemos pretender unas Constituciones pe1·– petuas, sino solamente provisorias. Pero en el ambiente del Congreso segui– rá subsLstiendo la impresión, bastante ge– neralizada, de que la reforma actual de las Constituciones se va Hev,ando demasiado precipitadament,e. 2) Se apunta el peligro de que la Lnsis– tencia e,n el respeto por la persona hu:mana lleve prácticamente a exaltarla hasta olvidar el valoT de 1a renuncia (v.gr . si la obediencia se concibe sólo como sumisión ante la razón y la verdad) y la necesidad del sacrificio. Se denuncia la .tendencia actual a minimizar el valor de la vida re11giosa y aún de tod~ vida cristiana, en cuanto es sacrificio do– loroso aú:1 hasta el heroísmo. Y el peli– gro de oponer la autoridad a la democracia. El concepto cristiano de la ,autoridad la presenta como un servicio, pero con dere– cho a imponer obligaciones; ha sido la tra– dición jurídica, que por influjo del de!'echo romano se generalizó en cuanto al concep– to de la autoridad, la que ha procurado muchos males en 1a Iglesia nevando a olvi– dar la naturaleza carismática de la autori.– dad. Se dan varias respuestas a esto: -Que se trata de facilitar 1a obedte,ncia. . . -Que habitualmente no se pueden exigir heroís– mos. . . -Que, prescindiendo del ejemplo más 'º menos feliz de• la olbedi.encia, el res, peto a la persona humana debe aceptarse como base de la reforma actual. . . -Pero paulatinamente se pasa al siguiente proble– ma: 3) Relación de superiores y súbditos en la renovación. Se pregunta si la reforma debe venir de arriba. El pone,nte la cree

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