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326 Elizondo temple franciscano y religioso que poseen las primeras generaciones capuchinas. Por ejemplo y con respecto a los superlativos que fre– cuentemente aparecen en el texto, no presenta la misma concepción del Salvador quien simplemente le llama Cristo que quien le deno– mina Christo sanctissimo, Christo mundissimo, dulcissimo Salvatore, perfectissimo Maestro, pietosissimo Signare, sanctissimo Salvatore, sanctissimo Sposo... Lo mismo acontece con la observancia de la regla, finalidad pri– mera de la reforma capuchina. El formularla sencillamente no equi– vale a inculcarla con las expresiones pura observantia, spirituale obser– vantia, perfecta observantia, integra observantia, con objeto de que los religiosos la lleven a la práctica piu puramente, sanctamente et spiritualmente. La pobreza en las casas resplandece mucho más en la prescripción del vivir fraterno en picole casipule, tugurii et umbraculi. Y la austeridad en los vestidos, en el mandato de que estén hechos con li piu vili, abiecti, austeri, grossi et sprezzati panni. Estos sencillos ejemplos patentizan cómo, en el interior del lenguaje un tanto arcaico pero expresivo de las constituciones de 1536, se encuentra la mejor formulación de la espiritualidad vivida por aquellos primeros refor– madores capuchinos.

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