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322 Elizondo loro amare in celo [ ... ], reputandosi richi de la loro poverta (n. 27); piensen que poco basta per satisfare ala necessita, y nada, per conten– tare la sensualita (n. 51); esfuércense en ser poveri de le cose del mundo, para ser richi [ ...] de le [ ...] celestiale richeze, pensando que no se pueden poseer a la vez richeze et poverta (n. 59); corran por la senda del Señor, come peregrini in terra et citadini in celo (n. 69); debe haber gran diferencia entre li gran palazi de richi et li piccoli tugurii de poveri mendici (n. 73); los frailes tengan como modelo le piccole case de poveri et non le moderne habitatione (n. 75); a fin de que los seglares puedan servirse de los religiosos ne le cose spirituale, y éstos, de aquéllos ne le temporale, no estén los conventos cerca de las ciudades, aproxímense más bien alli solitarii deserti che alle deli– ciose citade (n. 77); los prelados castiguen con misericordia a li cativi, para que no sean impedimento a li boni (n. 97); esfuércense los her– manos en estar nel ultimo loco con Cristo, y no, nel primo con Lucifer, sappendo che li primi saranno li ultimi et li ultimi li primi (n. 102); en todas las cosas risplenda l'altissima poverta, et ce accenda a la preciosita de le riccheze celeste (n. 140). No se debe olvidar, a este respecto, el número 150 de las consti– tuciones, en el que se recoge la substancia del célebre sermón de san Francisco a cinco mil religiosos, a base de estas contraposiciones: placeres breves - pena eterna; penitencia poco duradera - gloria infinita; muchos llamados - pocos escogidos; retribución a buenos - retribución a malos; cielo - infierno. b. Verbos Parecido fenómeno, aunque menos extendido, se advierte con respecto a los verbos. Si algún hermano quiere mortificarse en las comidas, el superior non lo impedisca, imo lo exhorti (n. 53); si algún enfermo desea donar algo a los frailes, éstos non consentino, ma repugnino (n. 59); los reli– giosos han sido llamados para que, mortificando questo nostro extrin– seco hamo, vivifichiamo el spirito (n. 61); ningún guardián possi edi– ficare, ne distrugere nada en el convento, sin permiso del vicario pro– vincial (n. 76); el superior, al imponer la penitencia al pecador, debe mirar a salvare, et non perdere el alma y la fama del hermano (n. 95), de tal forma que, o puniendo, o perdonando siempre busque la co– rrección del mismo (n. 99); la ciencia sin la caridad non edifica, imo

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