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96 Elizondo Podránse discutir, tal vez, en otras familias franciscanas los genuinos deseos de sus iniciadores: contentarse sólo con la rígida observancia de la norma minorítica o adentrarse también en la imitación de la vida del santo patriarca y aceptación de su doctrina extralegal. En los capuchinos, la cuestión aparece con diáfana claridad, pues las constituciones presentan con frecuencia pasajes que directa– mente atañen al problema planteado, sin olvidar otros, anotados ya en el epígrafe anterior. Los redactores de los estatutos, tan reacios a los comentarios de la regla, rechazan de plano los inútiles, nocivos y relajatorios, admitiendo sólo las interpretaciones pontificias (en general) y la sanctissima vita, doctrina et exempli del Padre nostro san Francesco (n. 5). Insisten en la materia, y determinan: si ordina che ogniuno si sforzi imitar questo nostro Padre, dato a noi per regula, norma et exemplo [ ... ], non solo ne la Regula, et Testamento, imo in tutte le sue infocate parolle et amarase opere (n. 6). Per eso también prescriben la lectura frecuente de la vida de san Francisco y de sus compañeros, con el fin de conseguir una mejor imitación del fundador (n. 6). Rechazan, además, el privilegio de la exención de los obispos diocesanos, para conformarse al seráfico padre, que quiso ver a sus frailes sometidos a Dios en toda criatura y súbditos de todos; piensan que el desligarse de la autoridad normal de los ordinarios de los lugares es contraria a la humile et Minorica sub– iectione (n. 7s.). Finalmente, establecen una serie de normas parti– culares, tendentes a llevar a la práctica la espiritualidad integral (no sólo la legal) franciscana. He aquí las que hemos anotado. Usen los religiosos vestidos pobres, para que reluzca en ellos la pobreza, dal seraphyco Padre a noi per matre data (n. 23). Renuncien a todo afecto terreno, para alcanzar la altísima pobreza, regina et matre di tutte le virtu, sposa di Christo, Signar nostro, et del sera– phyco Patre, et nostra dilectissima matre (n. 27). Observen cuida– dosamente la altísima pobreza, pues fue la dilecta sposa di Christo, Figliol de Dio, et del nostro Padre San Francesco, suo humil servo, y no puede violarse sin desagradar sumamente al Señor; por eso, el seráfico padre lloró muchas veces previendo que sus hijos la abandonarían (n. 58). En los edificios y utensilios lleven a la práctica la santa sposa de Christo, Signare nostro et dal nostro Padre diletta poverta (n. 144). En cuanto al hábito, sea el capucho cuadrado, come si vede essere stati quelli di San Francesco, che anchara restano per reliquie

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