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Los institutos clericales y laicales: canon 588 35 los que se interesan por la presencia y participación del cristiano laico, verdaderamente comprometido con su fe, en la construcción de una sociedad y entorno de vida que estén de acuerdo y se conformen con el pensamiento y doctrina cristi;:tnos 10 • El laico, hoy, realmente está marginado, pero no de las tareas intraeclesiales, problema que vamos a abordar de inmediato. Se ha autoexcluido de un auténtico compromiso proprio de su tarea y misión de creyente: construccion de una socíedad justa. Se encuentra sin la preparación y conocimientos necesarios para hacerse presente en una sociedad hambrienta de la vivencia de valores cristianos que hay que saber presentar bajo las formas nuevas de solidaridad, justi– cia, libertad e iguadad 11 • Dentro de la Iglesia, el laico, además de ser fermento de una nueva ética, convivencia y acción política, tiene otra serie de fun– ciones que realizar. Las concretizaríamos en una expresión: reva– lorización de la dinámica organizativa del grupo social. Esta abar– caría aspectos que van desde la construcción de templos y manteni– miento del clero hasta la animación del compromiso evangelizador. El laico, en cuanto laico, no ha sido llamado al servicio específico que se expresa en clave de potestad sacra, El laico o fiel cristiano que recibe la ordenación sagrada se constituye en ministro. ordenado, de– tentor del «poder» sacramental. Deja desde ese momento de ser laico y pasa a la categoria de clérigo u ordena.do ia, 10 Véase « Escuelas Católicas de formación política». Pretenden la renovación de la ética y de la acción política, en Vida nueva, num. 1730, 24 de marzo 1990, pag. 7(602)-8(603) y Congreso « Parroquia evangelizadora», o.e., pag. 162 ss. 11 JUAN PABLO II, « Christifídeles laici », n. 37. 12 « A través de la búsqueda de una ubicación de la teología del ministerio dentro del marco eclesiológico general, comenzamos a vislumbrar el sentido de este elemento esencial de la comunidad cristiana. Se trata de uno de tantos carismas mediante los cuales el Espíritu provoca a la fe y anima a la comunidad. Por eso el ministerio no está antes, ni fuera ni por encima de la Iglesia, sino dentro de ella. No es urnit·estrutura de la Iglesia que pueda prescindir del carácter interpersonal que le viene al acontecimiento del hecho de construirse en la tran:ia de la c¿municacion de · la experienca de Cristo. No puede resolverse en una funcion basada hasta tal punto en elementos formales, de validez sacra– mental y de legitimidad juridica, que se coloque en cierto modo fuera de aquel compromiso en los hechos de la vida que llevan necesariamente consigo el testi– monio· personal de Cristo· y la participación en la comunión eclesial. Tambien los pastores de la Iglesia, como la comunidad entera, tienen que confrontar· su propia experiencia de Cristo con· aquel paradigma· absoluto de la palabtá ·que es

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