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54 Saturnino Ara almas, es decir, no es animador del grupo constituido a modo de « iglesia personal ». Si es mujer, no podrá recibir el orden sacerdotal, en tanto que no se aclare una problemática que está resultando perjudicial, ecuménica y domesticamente. En conclusión, no damos elementos que permitan que el reli– gioso laico se identifique consigo mismo con el grupo o con las tareas que se le encomiendan y piden, hoy, en una Sociedad e Iglesia gratifi– cantes. Tampoco aparecen claramente esos elementos que permitan al religioso sacerdote identificarse de forma coherente, con su sacer– docio y con el grupo en el que pretende desarrollar su vocación sacerdotal. Lá descripción de esa serie de elementos que ayuden una identi– ficación personal y permitan una identificación colectiva no es tarea fácil. Pero es bastante posible, si, partiendo de un nuevo contexto cultural, se logran expresar esos valores nuevos, producto de un tambio, de una conversión al Evangelio. Parece ser que el hombre moderno se identifica con su sociedad porque la acepta con criterios humanos diversos de un pasado y no traumatiza su presencia y servicio en el nuevo contexto. El religioso, supuesta la llamada del Señor, si no acepta ni hace propria las ense– ñanzas teológicas, distintas de un pasado, si no entiende los valores morales y jurídicos del hoy, si no acepta la exposición histórica, la psicología, la sociología, etc., dificilmente se va a identificar consigo mismo, con su sociedad y menos aún con la Iglesia y el propio instituto, hoy tan diversos, sobre todo cuando se les compara con él _pasado, que le exigen tareas y misiones muy diversas. La identidad de la persona y de los grupos cambia con el tiempo. Las diversas formas sucesivas no se substituyen las unas a las otras, sino q11e se acumulan y se enriquecen. Las reflexiones sobre la iden– tidad del hermano laico con la Iglesia y su instituto se presentan como una ruptura del hilo conductor o como una vuelta radical al pasado. Se rompe el hilo conductor, cuando se olvida que la problemá– tica de la identificación del hermano laico con la vida religiosa de hoy se explica mejor en un contexto que habla de comunión y partici– pación, apostolado o evangelización, reciprocidad vital y acogida y también de necesidades familiares o fraternas, compartidas, de ser– vicios realizados por máquinas y medios técnicos, de necesidades de subsistencia cubiertas por organizaciones o servicios socializados. Se
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