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DERECHOS DEL HOMBRE EN EL PROYECTO DE VIDA FRANCISC. 159 hasta el heroísmo, ciertos valores morales y religiosos, sin que por ello pueda negarse el carácter antihumano de aquella situación. Tengamos también presente que la aceptación de las normas de la convivencia social en la justicia y libertad se imponen en cada uno ante– riormente a toda opción personal libre. Pero en realidad, esas normas no son imposiciones que derivan de un poder que liga la persona y limita su espontaneidad: antes que normas son exigencias radicales de la vida en comunión con los demás, que es lo mismo que decir simplemente exi– gencias de vida. Pues no tiene sentido una vida que no sea comunión con los demás 2 • 1.3. El Magisterio de la Iglesia y los derechos del hombre Una de las características del Magisterio de la Iglesia en los tiempos más modernos que llama poderosamente la atención, es sin duda, la pre– sentación del catálogo de derechos y deberes de la persona humana ne– cesitada y dependiente de una convivencia social. Pío XII en sus radio mensajes de Navidad de 1940, 1941 y 1942; Juan XXIII con la Ma:ter e:t Magistra y la Pacem in terris; el Vaticano II con la Constitución Gaudium e,t spes y Pablo VI con la Popuforum p,ro– gressio se han levantado contra un orden social contrario a los principios radicales de convivencia implícitos o explícitos en el Evangelio. Nos referimos a los derechos fundamentales del hombre como expli– citaciones prácticas qrn el Magisterio enseña históricamente en virtud de la reflexión sub sp,e:cie aeternirtatis que la Iglesia realiza sobre el misterio de la naturaleza humana. En tanto son explicitaciones sub spe.cie aeternitatis, tienen un valor absoluto, permanente y universal, igual al valor de la naturaleza humana, en cuya dimensión trascendente se fundan. En cuanto son explicitaciones prácticas tienen una función instrumental: ser principios básicos de inser– ción de la persona en la comunidad de modo que tal inserción sea cohe– rente con las exigencias individuales y sociales propias de la naturaleza humana. Los derechos fundamentales del hombre, a la luz del Magisterio de la Iglesia, son inviolables, porque están por encima de cualquier potestad humana; son universales, porque corresponden sin distinción a todos los 2 Cfr. Ibídem, p. 235.

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