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DERECHOS DEL HOMBRE EN EL PROYECTO DE VIDA FRANCISC. 165 las relaciones de monjes y canónigos que eran las Ordenes vigentes a la hora de nacer los Mendicanes. Esta vertiente estructural de la fraternidad franciscana ofrece algunos indicadores para encuadrar el tema de los derechos del hombre y de los derechos fundamentales del fiel -y del Hermano- en el proyecto de vida franciscana: la igualdad de miembros, la común disponibilidad para los cargos, trabajo y gobierno sin distinción de Hermanos y procedencia de los mismos, salvadas las exigencias naturales o de carácter sobre– natural, etc. La concepción de la fraternidad franciscana que supuso un gran paso para la vida religiosa del siglo XIII debiera haber sido hoy vigente y ejemplar ante la «revolución» actual que ha empujado a los Capítulos Generales de las Ordenes y Congregaciones a la búsqueda de los cauces para realizar una igualdad de miembros, un reparto de cargas, una posi– bilidad de opinión pública, una crítica corresponsable, etc., que eran pa– trimonio del proyecto de vida franciscana. Esta revolución ha respondido a las exigencias de una sociedad, tal vez, más cristianizada que las pro– pias estructuras de la vida religiosa, indiferentes y ajenas a los avances de los sistemas democráticos, altamente preocupados por el respeto a la persona y a la individualidad. Si la fraternidad franciscana, ha dejado de ser ejemplar en sus estruc– turas, no lo ha sido a nuestro juicio, porque haya perdido la vitalidad espiritual, sino simplemente porque no ha sabido evolucionar y actua– lizar sus normas. Quien se acerca a examinar serenamente las estructuras de vida fraterna descubre, en las normas que reglamentan la convivencia, cierta falta de sensibilización y mucho miedo ante la corriente humanista actual que, por ser humanista no deja de ser cristiana, y que bien apro– vechada hubiera podido potenciar la fraternidad franciscana en su doble vertiente espiritual y estructural. 2.2. Autoridad y obediencia Vivir en obediencia presenta para San Francisco la forma más elevada de despojo o desapropio por Jesucristo a impulsos del amor, culminación de la pobreza exterior o interior, sólo inferior al martirio. Pero representa también un riesgo por parte del Superior y de ahí la gran preocupación de San Fancisco por recordar a los ministros los límites de la autoridad. Ha sido el Vaticano II quien con el Perfectae caritatis ha colocado la

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