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VER LA CIUDAD CON LOS OJOS DE Dros 419 de todo, como lo indica el colofón, en maneras tan tortuosas, el mensaje avanza (19,20). ¿Qué mirada tiene Dios, las mediaciones históricas, sobre este tipo de planteamiento en ciudades como esa? a) La lentitud necesaria de los procesos, las tinieblas de los itine– rarios humanos que albergan las ciudades, las épocas del «no saber» que acompañan a los caminos humanos y que se «conta– gian» a las ciudades, a los ámbitos políticos, en sentido amplio. Las ciudades tienen horizontes. Y, a veces, esos horizontes se nublan y no logran abrir retazos de cielo azul. Es una metáfora del tortuoso caminar humano de quienes las habitan. b) Hay ciudades que ayudan más a ir al fondo del problema huma– no, al sentido, que otras. No depende de los muros de sus edifi– cios, sino del interior de la ciudadanía. Hay personas, políticos incluso, que ayudan más a esto. Otros, entorpecen la visión de lo humano. Por eso, en el caso de Éfeso, la misión de Asia no parece haber sido particularmente brillante. e) Dilación de la misión: Subida de Pablo a Jerusalén: Éfeso, Tróa– de, Mileto, Tiro, Cesarea, Jerusalén Vuelve de nuevo la ciudad de Jerusalén, pero de manera ya tan– gencial, aunque decisiva para el itinerario de Pablo (19,21-21,26). El motín de Éfeso muestra que la apologética judía irrita a los paganos (19,23-20,1). El método misionero de Pablo, «discutir», no lleva a la adhesión, sino a la exasperación. Pablo regresa a Jerusalén dando un rodeo por Macedonia, probablemente dedicado a la gran colecta que querrá llevar para los pobres de Jerusalén. En Tróade se ve un atisbo de cambio en el método de Pablo: primero «alarga el discurso hasta la medianoche» (20,7). El «dis– curso» se refiere a los métodos catequéticos judíos. Eso provoca la «muerte» de Buenaventura. Cambia de orientación: «partió el pan y comió», verbos eucarísticos (20,11). La «conversación has– ta el alba», conversación sobre Jesús, devuelve la vida al difunto (20,llb-12).

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