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VER LA CIUDAD CON LOS OJOS DE Dros 401 nos», de origen galileo, no vacilaron, al parecer en «establecerse» en la ciudad (1,12-14). Muchos años más tarde, y según Hechos, Pablo dará un ejem– plo clarividente de esa atracción que Jerusalén ejerce sobre ellos. Pablo no solo cumplió el encargo de hacer una colecta (Gál 2,10), la organizó (2Cor 8) y, según Hechos, se empeñó, en contra de las directrices del Espíritu que le empujaba en la dirección opuesta, en llevarla personalmente a la ciudad de David (20,23; 21,4.11). Y esto aun a sabiendas de que podría ser mal acogido, como así fue, dejado en enorme desamparo (21,15-36). Por eso, cae de su peso que la primera ciudad en relación con el naciente movimiento cristiano fuera Jerusalén. En ella, el poder estaba en manos de «Santiago y los de su grupo». Él es quien pre– side la comunidad (15, 13), quien fiscaliza por medio de sus emisa– rios Gál 3,12), quien juzga la calidad cristiana de Pablo (21,18). Es cierto que Hechos es una obra tardía, en torno al año 90, pero si los trazos de la figura de Santiago son tan gruesos, es que algo de eso había quedado en el imaginario de las primeras comunidades. ¿Cómo se constituye esa protocomunidad según los textos de Hechos? Es preciso hacer la misma reflexión: aunque la obra de Lu– cas tiene pretensiones de historia, al modo de la época, lo que se escribe en el año 90 es lo que queda en el imaginario del autor y su entorno. Y todo ello sin poder escapar de intenciones de fondo que pueden ser plurales. Una de ellas, la apologética: una defensa de los cristianos de la acusación de hostilidad al Estado romano 29 • Otra podría ser la teológica: si la obra de Lucas pretende di– bujar el largo camino y sus avatares por el atraviesa la semilla del reino desde los caminos de Galilea en su propuesta inicial por Je– sús hasta la meta de Roma de la mano de Pablo, la comunidad de Jerusalén no solamente es el paso intermedio sino que, de algún 29 La formulan los judíos (17,5-7), Pablo la contradice (25,8). Los funcionarios romanos testifican constantemente de la rectitud cívica de Pablo (! 6,39; 18, 15-16; 19,37; 23,29; 25,25; 26,32).

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