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400 FIDEL AIZPURÚA DoNAZAR 2. Las ciudades en los Hechos de los Apóstoles No queremos hacer principalmente una catalogación y des– cripción de las diversas ciudades que aparecen en los Hechos, de su orden e importancia, de la peculiaridad de sus comunidades. Aunque daremos unos datos mínimos, nuestra intención es intentar percibir cómo las comunidades cristianas primitivas circunscritas a tal o cual ámbito urbano ven la ciudad con los ojos de Dios, qué posibilidades ven para vivir una relación de humanidad, cómo el mensaje puede contribuir a la ciudadanía, de qué manera los pe– queños grupos de cristianos pueden construir la amistad cívica con las ciudades de acogida. Creemos que desde esos valores básicos es desde donde Dios mira a las personas y a los pueblos, a la historia. Es preguntarse por cómo es el comprender de Dios a lo nuestro, hoy velado y prometido en plenitud para los tiempos plenos del reino 27 • 2.1. La iglesia judía de Jerusalén Tenía que ser así. Cualquier cosa de tipo «mesiánico» que se planteara con anhelo de verdad habría de estar relacionada, ancla– da, con Jerusalén. Quien no sea judío, difícilmente entenderá esto. Pero la cosa viene del mismo Jesús. La atracción de la ciudad en él, desde el punto de vista mesiánico, no tanto a nivel de propuesta de mensaje, es manifiesta 28 • Cuando uno se pregunta por qué subió, no hay respuesta en una cabeza que no sea judía. No ha de extrañar, pues, que la comunidad de Jerusalén se con– siderara, desde el principio, como el lugar del recuerdo de Jesús, por mucho que él animara al discipulado a dejar la ciudad y recomenzar en Galilea (Mt 20,18). La misma parentela de Jesús, sus «herma- 27 Así queda dicho en lCor 13,12: Entonces comprenderé como Dios me ha comprendido. 28 El hecho de que los sinópticos, sobre todo Lucas, narren en amplias seccio– nes el viaje de Jesús a Jerusalén es absolutamente significativo (Mt 16,21-20,34; Me 10,32-11,11; Le 9,51-19,46). El llanto de Jesús por la ciudad, es emotivamente elocuente (Mt 23,37-39; Le 13,34-35).

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