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398 FrnEL ArzPuRúA DoNAZAR fico de un pensamiento concreto o, por el contrario, de empujar a la guetización de los grupos minoritarios 21 • 5. Compartir la vida ciudadana abre a horizontes de relación que son mucho más estrechos en los ámbitos rurales. Eso propicia el trasvase de ideas y vivencias, aunque tenga el peligro de caer en «contagios» que pongan en peligro el marco en el que uno decía querer vivir. Esto ha sido particularmente importante para el movimiento cristiano con el tema de uno de sus mayores «ene– migos» ideológicos y prácticos: el gnosticismo, corriente ideo– lógica que ha afectado al plano religioso en el asunto del con– cepto y vivencia de la realidad de Dios. Los primeros autores del NT han sido firmes adversarios de este tipo de doctrinas 22 • 6. En la ciudad se entablen muchas relaciones anónimas. Es cierto que en el siglo I las ciudades eran muy pequeñas en compa– ración con las nuestras. Pero aún así, las relaciones eran más anónimas que en el mundo rural. Eso posibilitaba el que un mensaje, como el cristiano, tuviera más «mercado» pero, a la vez, el componente comunitario sufría al no saber realmente quién era quién en la comunidad 23 • 7. La soledad ha acompañado siempre la vida de las ciudades, sobre todo de las grandes megalópolis modernas. Una de las formas de escapar de ella es entrar, del modo que sea, en el movimiento comunitario y, desde ahí, abrirse a la realidad con– jurando ese fantasma. La interconexión comunitaria es otra 21 Elocuente es el caso del incestuoso de Corinto en que Pablo se esfuerza en no contemporizar con el vivir a la corintia de la época: lCor 5,1-13. Cf C. G. VALLÉS, Por la/e a !ajusticia, Sal Terrae, Santander 1988, 93. 22 Caso claro es el de lJn, donde un grupo notable e influyente se ha ido de la comunidad porque dice que el camino pobre de la historia no es válido para el acceso a Dios y, por ello, hay que buscar caminos más sublimes y místicos de encuentro con Dios. Algo de esto es el gnosticismo. El autor afirma la validez de la historia porque, de lo contrario, no solamente cae un interrogante enorme sobre el valor de la propia vida sino, incluso, sobre la muerte histórica de Jesús, pobre e injusta. 23 Textos como lCor l,26ss indican un cierto anonimato.

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