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CANTANDO EN TIEMPOS OSCUROS 425 puro disfrute. ¡Qué bueno sería que estos manjares estuvieran a dis– posición de mucha gente! Qué bueno sería si en la canasta de la calidad de la vida que el Uruguay puede ofrecer a su gente hubiera una buena cantidad de consumos intelectuales. No porque sea ele– gante sino porque es placentero. Porque se disfruta, con la misma intensidad con la que se puede disfrutar un plato de tallarines. ¡No hay una lista obligatoria de las cosas que nos hacen felices! Algunos pueden pensar que el mundo ideal es un lugar repleto de shopping centers. En ese mundo la gente es feliz porque todos pueden salir llenos de bolsas de ropa y de cajas de electrodomésticos. No tengo nada contra esa visión, sólo digo que no es la única posible. Digo que también podemos pensar en un país donde la gente elige arre– glar las cosas en lugar de tirarlas, elige un auto chico en lugar de un auto grande, elige abrigarse en lugar de subir la calefacción. Así que amigos, vayan y contagien el placer por el conocimiento. Y ami– gos, el puente entre este hoy y ese mañana que queremos tiene un nombre y se llama educación y las inversiones en educación son de rendimiento lento, no le lucen a ningún gobierno, movilizan resis– tencias y obligan a postergar otras demandas. Pero hay que hacerlo. Se lo debemos a nuestros hijos y nietos. El milagro tecnológico de Internet abre oportunidades nunca vistas de acceso al conocimien– to. A mí con Internet se me agotó la capacidad de sorpresa. Me siento como aquellos humanos que vieron una rueda o el fuego por primera vez. Se están abriendo las puertas de todas las bibliotecas y de todos los museos; van a estar a disposición todas las revistas científicas y todos los libros del mundo. Y probablemente todas las películas y todas las músicas del mundo. Es abrumador. Por eso necesitamos que todos los uruguayos y sobre todo los uruguayitos sepan subirse a esa corriente y navegar en ella como pez en el agua. Nos obliga a ir más lejos y más hondo en la educación. No hay ta– rea más grande delante de nosotros». Es el sueño del mundo nuevo latiendo en las venas de los humildes. Este afán conecta con el último estrato del Apocalipsis, el alum– bramiento de un mundo nuevo. En realidad, conecta con el viejo sueño de Dios de una sociedad distinta. Por la Palabra sabemos que
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