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424 FIDEL AIZPURÚA DONAZAR realidad, nosotros no incidiremos en el contexto cultural que, como ha quedado insinuado, situamos en sobre todo en la persecución de Domiciano y su pretensión de instauración del culto imperial. Nos parece que este dato básico es suficiente para no caer en tal narci– sismo (R. AGUIRRE, La Biblia desde el punto de vista de la exégesis sociocientífica, p. 92). l. El alumbramiento de un mundo nuevo (Ap 19,9-22,21) El anhelo de un mundo nuevo no es un sueño en extinción sino en plena ebullición y expansión. Así es, cuando más duras son las condiciones sociales de vida, cuando parece que la justicia retrocede hasta desaparecer, cuando los poderes fácticos se crecen hasta me– nospreciar a masas ingentes de débiles y pobres, es entonces cuando brota con más pujanza el afán por ver, como decía Labordeta, la «tierra en que ponga libertad». Los movimientos alterglobalizado– res han acuñado una expresión que ha hecho fortuna y que se sigue multiplicando en toda clase de versiones: «Otro mundo es posible». La profecía laica hace creer a muchas personas que esto es así, desde los grandes Foros sociales hasta las pequeñas iniciativas particula– res. Y de ahí sus derivados: otra economía es posible, otro mercado es posible, otra relación de género es posible, etc. Incluso se ha apli– cado este patrón profético a la realidad de la Iglesia: otra Iglesia es posible, otra vida religiosa es posible, etc. A veces este sueño se expresa en la voz de los pobres, de los vencidos que resurgen de su aniquilamiento y de sus prisiones. Pepe Múgica es el presidente de Uruguay y, a sus 74 años, ha pasado de militante de los Tupamaros a presidente del país. Ha vivido quince años de su vida en prisión y dos en el fondo de un pozo, comple– tamente incomunicado y sin ver la luz del sol. No se ha mudado al palacio presidencial y sigue viviendo en la chacra donde se ganaba la vida cultivando flores. Y desde ahí ha escrito recientemente esta joya: «Ustedes saben mejor que nadie que en el conocimiento y la cultura no sólo hay esfuerzo sino también placer: llega un punto donde estudiar, o investigar, o aprender, ya no es un esfuerzo y es

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